Y se puede solo de una manera: luchando contra todo y todos si es necesario, sin cesar ni un momento en el empeño.
Y sentí lo mucho que esa madre y ese padre y esas hermanas habían trabajado y querido y luchado para que él estuviera allí arriba. Y pensé en las noches que esa familia había pasado sin dormir, en las risas y los llantos, en la rabia cuando ves la injusticia, y en la emoción cuando ves el cariño y la oportunidad, en el miedo cuando sabes que tienes que soltar la cuerda y enseñar independencia.
Y sentí el orgullo de esa familia y el orgullo de Jesús al tenerlos.
Y sentí a toda la gente que te abre las puertas y te dan amor, que son a las que hay que recordar; y vi que de lo malo no te acuerdas cuando consigues tus sueños.
Y sentí que lo estamos haciendo bien, que queréis que os diga, porque no estamos mirando las capacidades que no tiene Pablo, sino solo sus capacidades; porque le tratamos como al resto, porque no le decimos qué puede hacer, porque él no ve lo que no puede hacer, porque hemos conseguido que tenga alegría de vivir y porque, aunque no hace falta que gane ningún premio, le vamos a enseñar que la vida está ahí para comérsela.
Enhorabuena Jesús y enhorabuena a todos los que con su lucha diaria, han conseguido que él haya llegado hasta ahí.
Y gracias por allanarnos el camino de la inclusión, haciendo ver que la diversidad está para enriquecer a la sociedad.