Emociones negativas, ¿cómo ayudo a mi hijo a manejarlas?

emociones negativas


Escribí este post hace 6 años y al hacerlo cometí un error muy común, un error que hoy intentaré subsanar. Y este es el de categorizar como emociones negativas esas que tienen que ver con la rabia, la frustración o la tristeza.

Hoy, sabiendo lo que sé, te digo que ni la rabia, la tristeza o el miedo son emociones negativas y que todas ellas cumplen una función vital para todos nosotros. Sin embargo, cuando éstas nos desbordan dejan de ser útiles y en lugar de protegernos o animarnos a defender nuestros derechos o impulsarnos a buscar ayuda, pueden causar daño a terceros o a nosotros mismos. Por ese motivo una de nuestras funciones como padres es la de enseñar a nuestros hijos a regular sus emociones, que no a reprimirlas.

emociones negativas
(c) Can Stock Photo / lucidwaters

Consideraciones previas

Erróneamente tendemos a llamar emociones negativas a todas aquellas emociones que nos causan sensaciones desagradables, creyendo que son malas. Sin embargo, debemos empezar a cambiar esta forma de pensar y de proceder. Porque lo cierto es que no existen emociones negativas ni positivas porque todas ellas son necesarias para nuestra supervivencia

Dicho esto, y para que este post siga cumpliendo el objetivo con el que lo escribí sustituiré emociones negativas por emociones desagradables

Todos, sin excepción, nos enfadamos o hemos sentido la punzada de la rabia, la ira, la indignación, el coraje o llamémosle con el sinónimo que queramos, todos nos enfadamos aunque a algunos no les guste reconocerlo.

Pero los niños pequeños, en particular, se enfadan mucho y tienen reacciones muy fuertes ante cualquier hecho que les disguste, contradiga o frustre. Esto es así porque son seres en formación que aún no disponen de la capacidad suficiente para canalizar sus emociones. Será tarea nuestra, de los padres, enseñarles poco a poco a expresar sus emociones negativas de un modo más controlado, evitando que aparezcan problemas debidos a su conducta.


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La ira, una de esas emociones desagradables

La ira es una emoción básica, universal, que los niños aprenden a reconocer y a expresar desde la más tierna infancia.

Se trata de una emoción totalmente natural que surge como respuesta a una situación en la que sentimos que nuestros derechos se ven vulnerados, se nos bloquean nuestros objetivos o no nos sentimos reconocidos o valorados.

Es una reacción típica cuando nos sentimos incomprendidos, frustrados, heridos, rechazados o avergonzados.

Se trata de una emoción primaria, instintiva que se presenta cuando nos vemos amenazados por algún peligro o bloqueados en la consecución de una meta o satisfacción de una necesidad.

Si nos fijamos bien habremos observado que nuestros hijos, niños pequeños y no tanto, a menudo culpan a otras personas o situaciones durante sus explosiones de enfado o ira en lugar de asumir la responsabilidad por ello. Debemos enseñarles también a asumir las consecuencias de sus conductas y a admitir que en muchas ocasiones los demás no son los culpables.

Cuando los niños expresan su ira de un modo inadecuado (pataleando, mordiendo, gritando, …) puede significar que carecen de habilidades para lidiar con sus emociones de manera positiva.


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Cómo podemos ayudar a nuestro hijo a manejar sus emociones desagradables


Para ayudar a los niños a ser emocionalmente competentes para que estén listos para aprender, necesitamos, como educadores que somos ayudarles a:

Comprender su ira y las emociones de los demás.

Desarrollar habilidades positivas de interacción social.

Darse cuenta de que ellos son responsables de las decisiones que toman.

A aprender cómo expresar la ira de manera que no sea perjudicial para ellos mismos o para otros.

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¿De qué manera podemos hacerlo?

En primer lugar siendo un buen modelo a seguir, es decir, no explotando también cuando este entrando en un berrinche y tener en cuenta que debemos intentar siempre

Acentuar las fortalezas de cada uno de nuestros hijos.

Ajustar nuestras expectativas al nivel de desarrollo de nuestros pequeños.

Proporcionarles un ambiente seguro, sensible y predecible.

Dejar de vez en cuando que tengan la oportunidad de tomar algunas pequeñas decisiones.

Enviar mensajes congruentes, honestos, asegurándose de que nuestras palabras coinciden con nuestras expresiones faciales y el lenguaje corporal.

Ser justo, solidario, firme y consistente. Nunca ridiculizarle.

Reconocer siempre el comportamiento apropiado.

Utilizar juegos de rol, títeres o vídeos para enseñar habilidades sociales. Por ejemplo, cómo tratar a los demás o cómo resolver los desacuerdos.

Involucrar a nuestros hijos, en la toma de normas.

¿Cómo manejamos nosotros nuestras propias emociones negativas?

Antes de empezar a aplicar cualquier tipo de estrategia debemos prestar siempre atención a las explosiones de ira, tomando nota de los antecedentes del comportamiento agresivo de nuestros hijos. Para poder hacerlo correctamente pregúntate a ti mismo:

¿Qué sucedió justo antes de la explosión?

¿Cómo fue la sensación de nuestro hijo?

¿Qué es lo que necesita o quiere?

¿Qué puedo hacer para mejorar la situación para mi hijo?

¿Somos amables unos con otros?

¿Escuchamos a los demás?

¿Utilizamos el autocontrol?

¿Trabajamos las diferencias pacíficamente?

¿Tenemos reglas claras y seguimos adelante con consecuencias significativas apropiadas a la edad del niño?

¿Somos conscientes de los signos no verbales que nuestro hijo nos está enviando cuando está enojado como una cara roja, tensa los músculos o los puños apretados?

¿Entendemos que los dolores de cabeza de un niño, el malestar estomacal, o comportamiento retirada pueden ser un síntoma de la ira reprimida?

Sentir emociones desagradables no tiene nada de malo

Tal y como he venido exponiendo hasta el momento, las emociones desagradables forman parte de nosotros mismos pero podemos:

Anticipar explosiones de ira y organizar las actividades para reducirlas.

Ayudar a nuestros hijos a comprender que la ira es una emoción natural que cada uno tiene. Decir cosas como: Es normal sentirse enfadado. Todo el mundo se siente enfadado a veces, pero no está bien hacerse daño a sí mismo o a los demás.

Detener los comportamientos agresivos. Di: No puedo dejar que hagas daño los demás, o No puedo dejar que me hieras. A continuación, sacarle del lugar lo más suavemente posible.

Proporcionar un lugar tranquilo dondecalmarse si está fuera de control. Es lo que llamamos time-out y aunque muchas son las personas que no lo acaban de ver adecuado, es una técnica que ayuda a calmarse.

Resistir nuestros propios ataques de ira cuando nuestro hijo con su comportamiento nos está desbordando.

Reconocer las emociones fuertes, ayudando al niño a controlarlas. Por ejemplo podemos decirle: Debe ser difícil aceptar que has obtenido una nota tan baja después de haber trabajado tanto, lo comprendo y entiendo tu forma de sentir.

Ayudar a nuestros hijos a usar un vocabulario de palabras de sentimientos. Leer libros que piden los niños a verbalizar un momento en que se sentían diferentes emociones puede ayudarnos mucho en esta tarea.

Utilizar palabras de sentimientos para ayudar al niño a entender las emociones de los demás. Por ejemplo, María está sentada sola y se ve muy triste, quizás se sienta sola, o Cuando Manuel tropezó, se veía avergonzado.

Ayudarles a comprender sus propias emociones al poner sus sentimientos en palabras. Por ejemplo decir: Me sentí rabioso, enfadado cuando les oí llamarme con ese apodo.

Escuchar, reflexionar y validar sin juzgar los sentimientos que el niño expresa. Después de escuchar, ayudar al niño a identificar el verdadero sentimiento que subyace a la ira, como dolor, la tristeza, la decepción, el miedo o la frustración.

Estrategias para manejar las emociones negativas

A continuación te ofrezco otra serie de estrategias para llevar a cabo para manejar la rabia o enfado.

Animar al niño a aceptar la responsabilidad de su ira. Ello le permitirá de ganar control sobre él mismo. Podemos proponerle las siguiente cuestiones:

¿Lo que hago o digo pueden haber creado el problema?

Si es así, ¿cómo puedo hacer las cosas mejor?

¿Cómo puedo evitar que esto vuelva a suceder?

Facilitar la comunicación y la resolución de problemas con el niño o entre los niños haciendo preguntas tales como problema:

¿Qué es lo que quieres / necesitas?

¿Cómo puedo ayudar?

¿Qué puedes hacer para ayudarte a ti mismo?

Ayudar a los niños a entender que pueden elegir cómo reaccionar cuando se sienten enojados. Enseñarles autocontrol y formas positivas de hacer frente a sus impulsos negativos.
Las siguientes son opciones que podemos trabajar, muchas nos valen para nosotros mismos y para adolescentes.

Para y piensa.

Buscar la calma al respirar profundamente.

Contar lentamente.

Trabajar la relajación muscular mediante tensión-distensión.

Buscar un lugar tranquilo o sentarse solo. Hacer un auto time-out.

Escribir acerca de nuestros sentimientos.

Explicarle a alguien cómo nos sentimos.

Mirar libros o leer.

Dibujar o jugar con arcilla o plastilina.

Hacer ejercicio, caminar o correr.

Escuchar música o cantar.

Descansar o tomar una ducha.

Abrazar a alguien, una mascota o un animal de peluche.

Hacer hincapié en que los niños deben aceptar la responsabilidad de sus acciones. Reforzar las medidas constructivas.

Establecer una relación abierta, cariñosa con otros adultos que se preocupan por el niño, por lo que en conjunto puede ayudar al niño enojado conocer a su / sus necesidades psicológicas de ser aceptado, seguro y reconocido como un ser humano valioso.
Para ayudarnos a trabajar estas emociones voy a ir elaborando diferentes fichas descargables a las que puedes acceder desde aquí:

Trabajar las emociones: Ficha 1
Trabajando las emociones: Ficha 2, trabajamos el enfado.


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Libros para trabajar el enfado

A continuación te dejo con una serie de títulos que pueden ayudaros a entender y manejar el enfado, todo ellos son libros que he leído y he reseñado en el blog, por lo que te llevarán a la reseña que he realizado sobre cada uno.

La cola de Dragón. Para niños de 2 a 8 años.

Cómo quitar el Grr al enfado. Para niños de 8 a 14 años.

Torito Malhumorado Medita. Para niños de 2 a 8 años.

¡Qué rabia de juego! Para niños de 3 a 7 años.

¡Tengo una rabieta! Las emociones de Gastón. A partir de 3 años.

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Consideraciones finales

En este post hemos abordado la importancia de ayudar a nuestros hijos a manejar sus emociones desagradables, sobre todo su ira o enfado. A pesar de que existen otras emociones consideradas como negativas, como los celos o la tristeza, el manejo de la ira nos preocupa especialmente a los padres de niños que suelen tener reacciones desmesuradas ante la frustración de sus deseos.

Seguir algunas de las estrategias que hemos podido leer a lo largo de este artículo nos puede ayudar a abordar y entender mejor la forma de reaccionar de nuestros hijos a la vez que reconducimos sus comportamientos.


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