Un día "Corriendo sin zapas" me llamó toda preocupada porque la Princesa cojeaba. No es que estuviese jugando y se le fuese un poco el pie, no. La Princesa estaba coja. Tan llamativo era que hasta me mandó un vídeo en el que se veía a la Princesa arrastrando la pierna.
Con tan solo con un par de preguntas le hice un diagnostico vía telefónica, así de chulos somos a veces los médicos. Las preguntas fueron, ¿se ha dado un golpe? ¿Ha estado acatarrada? Las respuestas fueron no, no se ha dado un golpe pero sí ha estado acatarrada. Entonces ya teníamos el diagnóstico, la Princesa tenía una sinovitis de cadera.
La sinovitis de cadera es una inflamación de un tejido que se encuentra en la cadera, es benigno, se soluciona en pocos días y no necesita tratamiento especial.
Realmente no sabemos porqué se produce pero la mayoría de las veces viene precedida de una infección vírica tipo catarro, faringitis u otitis. Parece que se trata de algo reactivo.
Es una de las causas más frecuentes de dolor de cadera en los niños. Ocurre entre los 9 meses y la adolescencia. Solo afecta a una de las caderas y el niño cojea porque tiene dolor. El dolor se localiza en la cadera, ingle o a veces señalan la rodilla como origen del dolor. Ocasionalmente se acompaña de fiebre, no mayor de 38º C.
Aunque yo fui un poco chula y le di el diagnostico por teléfono, la sinovitis debe ser valorada por un pediatra para que pueda explorar al niño y confirmar el diagnostico. Porque a veces hay que
descartar otras enfermedades que también producen ese dolor y son mas graves
El tratamiento, como la mayoría de las veces. es sintomático. Es decir, tratar el dolor con ibuprofeno y paracetamol y el virus se pasaré solo. Los síntomas desaparecen en una media de 10 días, aunque a veces puede durar un poco más sin que esto signifique que sea más grave. Generalmente una vez pasado es raro que vuelva a ocurrir pero en algunos niños pueden tener episodios similares en otra ocasión.
Estos son algunos consejos que te doy como médico de familia y como mamá, pero recuerda que el mejor ojo clínico que hay es el de una madre. Y la mejor opinión, la del pediatra.
Doctora Sin Zapatillas
(Mi Otro Yo)