Mi hija se alimentó con lactancia materna exclusiva y exitosa hasta los 6 meses, nunca me saqué leche y nunca probó un biberón.
Justo el día que Noa cumplió los 6 meses empezamos con la alimentación complementaria. Estábamos dispuestos, informados y tanto ella como nosotros, preparados para empezar con BLW.
Solamente un día después, me detectaron un coriocarcinoma, un cáncer muy agresivo y rápido, que nos iba a cambiar la vida a todos. Empezábamos con pruebas y médicos: TAC, resonancia y quimioterapia… todo incompatible con la lactancia, así que me dieron un par de días para asimilar todo aquello que nos estaba pasando, y para destetar a mi bebé de 6 meses recién cumplidos. Solo teníamos tres días para asimilar esta terrible noticia.
Yo tenía idelizada una lactancia a largo plazo, puesto que no tenía que reincorporarme al trabajo, ni alejarme de mi hija. La palabra destete no entraba en mi cabeza, no sabía como hacerlo, ni tenía información de por donde empezar.
La ginecóloga nos recomendó optar por el destete natural y desechar la idea del tratamiento farmacológico (yo desconocía su existencia). Pero… ¿Destete natural en 3 días? ¡Imposible! Natural no fue para nada, pero no nos quedaba otra, debíamos hacerlo.
Intentamos darle biberón con mi leche para que la niña no notara tanto cambio de golpe, biberones con leche de fórmula, también el método padre… Probamos miles de biberones y tetinas, un montón de leches de fórmula, y nada, mi bebé solo quería su tetita, además en aquella época estaba muy demandante. No dejaba de llorar y nosotros nos podíamos cada vez más nerviosos. Mis pechos estaban muy congestionados y doloridos…
Absolutamente nada fue efectivo en esos escasos 3 días, así que fuimos al pediatra a pedir algo de ayuda. Nos sugirió omitir los biberones y darle la leche de fórmula junto con papillas de fruta y verdura. Nuestra intención de practicar BLW también se fue al traste porque nuestra prioridad era alimentar a Noa con leche ya que era su principal alimento hasta los 12 meses.
Con el tiempo, todo se fue normalizando un poco, fue aceptando el biberón, los purés y cuando teníamos tiempo y energía practicábamos exitosamente BLW. Pero seguíamos con pruebas, quimioterapias, hospitalizaciones, ingresos, quirófano… Todo fue muy duro, pero afortunadamente ya pasó y puedo contarlo. Mi marido fue mi gran apoyo, fue fundamental, porque no era mi cáncer, era nuestro cáncer.
El destete ha sido uno de los periodos más duros de mi vida, las lágrimas que derramé son incontables. Yo deseaba dar pecho y durante todo este proceso saqué fuerzas de donde no había para ponerme en contacto con todas las asociaciones de lactancia de mi comunidad, contacté con varias asesoras de lactancia, matronas, amigas… para tratar el tema de la relactación. Usábamos los famosos biberones para intentar que Noa no se olvidara de mamar, tenía a mi disposición relactadores, me sacaba leche cuando podía para no perder la producción… pero la enfermedad se complicó. Utilizaron 5 fármacos distintos conmigo, todos ellos muy fuertes y durante mucho tiempo.
Le comenté a mi oncólogo mi deseo de volver a amamantar a Noa, pero no me lo recomendó debido a la cantidad de material fármacos que quedaban en mi cuerpo. Me acobardé, yo me moría por darle el pecho, pero se trataba de la salud de nuestra hija. Quizás no hubiera pasado nada, pero no quería arriesgar.
Tengo una espinita clavada muy profundamente, y reconozco que a día de hoy, un año y 7 meses después, se me cae alguna lágrima. Deseaba amamantar con todas mis fuerzas y esta maldita enfermedad me arrebató mi feliz lactancia.
Es una historia triste con final feliz… Si te ha gustado, ayúdame a compartir. ¡Gracias!