Ya está bien, hombre. Ya está bien. No aguanto un día más sin opinar sobre este tema. Mucho se ha escrito sobre ello y si bien hace unos meses pensaba que no estaba mal que en algunos lugares se impidiera (no me gusta la palabra prohibir) la entrada de menores, hoy tengo otro concepto. Hoy sigo pensando lo mismo (afortunadamente frente a los hoteles/terrazas/bares niñofóbicos hay muchos más que no lo son) pero la restricción no iría contra los niños en si, sino contra sus padres. Los niños, niños son y no entienden de modales, saber estar o normas de convivencia o cortesía. Ya lo irán aprendiendo. Pero sus padres si o deberían saberlo. Por lo tanto no es cuestión de cargar contra el niño sino contra los padres. Este verano he tenido que soportar a una madre que, obligada a madrugar por su retoño, se ha encargado de que el resto de vecinos también lo hiciésemos. De verdad que, aunque madrugador, el niño es un bendito pero su madre una gritona. En este caso, ¿cargamos contra el niño o con la pesada de su madre? Y qué hablar de los que se van de terrazas y mientras sus hijos están tranquilos, ellos hablan COMO SI HUBIERAN COMIDO UN ALTAVOZ!!!!!! Este mismo verano fuimos con la Princesa a cenar a un restaurante de Madrid y nadie se enteró de que una niña estaba allí. No puedo decir lo mismo de las chicas de la mesa de al lado.
Ya están bien de prohibir. ¡¡Prohibido prohibir!!
¡¡¡FELIZ LUNES!!!