No soy experta, pero creo que hay algo que no estamos haciendo bien. Anoche cenando casi se me atraviesan las verduras que estaba tomando. Eso me pasa por cenar con el telediario puesto. Desde ayer los niños de 3º de primaria se están enfrentando a las pruebas de evaluación que ha introducido la LOMCE. En estas pruebas se miden sus conocimientos en matemáticas o lengua. Por lo que tengo entendido, estas pruebas tratan de detectar sus debilidades y ayudarles de manera individualizada. Vamos, lo que viene siendo un examen de toda la vida. No se les pregunta nada que no deban saber a su edad. Nada de trigonometría, ni física cuántica, ni oraciones explicativas ni disyuntivas. Solo adjetivos, problemas matemáticos sencillos y poco más. No supone ningún esfuerzo extra para los niños y, además, no cuenta en su expediente académico.
Pero hay padres de alumnos que están en contra de que se evalúen a los niños. Según José Luis Pazos, portavoz de CEAPA (Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos) las pruebas pueden tener efectos negativos para los niños y su sentido común le desaconseja llevar a sus hijos al examen. Vamos a ver, vamos a ver. ¿Alguien me puede explicar qué efectos negativos puede suponer a un niño de 9 años hacer un examen? ¿Cuántos exámenes habíamos hecho ya a esa edad los que estamos empezando a peinar alguna que otra cana? ¿Estamos frustrados? ¿Volvemos a tener una plaga de padres helicópteros?
Pues yo a ese portavoz de la CEAPA le diría que mi sentido común me dicta que cuanto antes se enfrenten los niños a un reto y/o problema (fíjate tú que problema es describir a una bruja con tres adjetivos) menos frustraciones tendrá el día de mañana porque sabrá gestionar sus emociones y dificultades. Pero ya te digo que no soy experta, solo me rijo por mi sentido común (como el portavoz) que encima, es el menos común de los sentidos.
Eso me pasa por cenar con la tele puesta.
¡¡FELIZ MARTES!!!