Me consta que una de las cosas que no entienden las personas que no tienen hijos es que las parejas, en cuanto se convierten en padres, se llamen uno a otro papá/mamá en lugar de por sus nombres, o cari, o churri, o lo que sea que se venían llamando hasta ese momento.
Yo no se por qué lo harán otras parejas, se por qué lo hacemos mi santo y yo. Y no, no es porque la ma/paternidad nos inunde con su espíritu ñoño y dulzón, ni que por ser padres nos volvamos gilipollas al momento. Bueno, esto último yo al menos un poco sí, reconozco que mis bebés me hacen perder el sentío, y a mucha honra. Pero hay un sentido práctico detrás de todo esto.
Resulta que sí, nosotros somos de los que, al menos cuando están los niños delante, nos llamamos papá/mamá. Bueno, miento, soy yo más la que cae en ese uso. No recuerdo exactamente desde cuando, pero haciendo memoria seguramente sería allá cuando mi mayor empezó a reconocernos en tan bellas palabras. Así que en mi descargo debo decir que para mi, el principal motivo es reforzar el papel de cada uno para que nuestro hijo bebé nos identificara como tales, papá y mamá.
La cuestión es que cuando los bebés comienzan a hablar lo normal es que repitan todo lo que escuchen. Y por eso no basta que tu te sientes frente a él a decirle MAAAA MAAAA, en el momento en el que llames a tu sant@ por su nombre, si el bebé está atento se quedará con el nombre de pila más rápido que pronto, y se acabará la gracia de decirte mamá, o papá. Vamos, que llamar así a tu pareja mamá o papá no es más que reafirmar ante el bebé el papel de cada uno con respecto a él, así de sencillo.
Como decía, yo llamo papá a mi santo. Mucha gente se preguntará que vale, perfecto que sea para que el bebé entienda que mamá es mamá y no fulanita y papá ídem, pero que no es necesario hacer eso siempre, que basta con que se haga en casa, en el círculo familiar. Ciertamente podría ser así pero como el ser humano es como es, pasa lo que pasa: que te acostumbras a llamar a tu santo papá, y ya puedes estar delante del Papa, que no te sale otra manera de hacerlo. Pura rutina.
Eso sí, yo intento hacerlo así siempre que estemos en un ambiente familia, con nuestros hijos; si no están ellos presentes, no estamos en familia, entre amigos o en confianza, usamos nuestros nombres, por supuesto. Pero siempre que nos referimos el uno al otro con nuestros hijos delante, yo al menos a prefiero llamar a mi santo "Papá".
Comienzas con el primer hijo porque te hace tanta ilusión que te llame mamá, suena tan bonito identificarte como tal, ver cómo tu hijo le llama papá a tu pareja, que de modo cariñoso y familiar tú también lo haces. Luego ves que es la mejor manera de que tu bebé sepa quién es cada uno. Y después viene el segundo o hasta el tercer hijo y ya no te ves llamando a tu medio limón de otra manera. Me veo de abuelita llamando papá a mi santo y juro que me embarga la ternura.
Es verdad que yo al menos he perdido cierta identidad personal al convertirme en madre, al llamarme "mama“, en cuanto a que para el círculo escolar por ejemplo, no soy Alejandra sino "la mamá de...". Y salvo las madres con las que tengo confianza y llamo por su nombre, para mi también son "la mamá de...". Me resulta mucho más sencillo identificar así a los niños y a sus madres/padres e incluso se me hace raro que me llamen por mi nombre.
Pero a mi me gusta ser "la mamá de...".
Resulta de que de un tiempo a esta parte, con esto de que nuestros niños van siendo ya algo mayores, he ido perdiendo la costumbre de llamar a mi santo papá, llamándolo por su nombre de pila. ¿Y sabes cuál ha sido el resultado?. Que ahora la puñetera de mi hija, guapa y graciosa a rabiar pero puñetera, en lugar de papá le ha dado por llamarlo por su nombre, porque le hace mucha gracia. Además, como tiene un arte que no le cabe en el cuerpo, lo hace con la misma entonación que yo, vamos, que me imita. Y aunque suena gracioso en su boca, no me gusta que llame a su padre por su nombre, me gusta que le diga papá, como está mandado.
Ni qué decir que ha intentado lo mismo conmigo pero enseguida le he dicho que nanai de la china, que para ella yo soy mamá y punto pelota. Faltaría más.
Ella pregunta, claro, que por qué no puede llamarme por mi nombre, que es muy bonito. Claro que es bonito, pero más bonito es que me llame Mamá, y además solo ella y sus hermanos pueden llamarme así, por lo que tienen esa suerte, ese privilegio. Y porque yo para ella no soy Alejandra, soy Mamá. Así se lo he explicado para que entienda por qué los hijos no llaman a los padres por sus nombres, y por qué es tan especial para nosotros que sea así.
Así que mi teoría se ha confirmado y, efectivamente, en nuestro caso más nos vale llamarnos papá y mamá no sea que nuestra prole pierda la costumbre de usar tan bello palabro. Y es que si hay algo bonito en esta vida, si hay una palabra que es música para mis oídos, algo que remueve mis carnes, es que me llamen mamá.
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