¿Por qué la educación que estás dando a tus hijos es la mejor que la que les estoy dando yo? ¿Por qué te sientes con la capacidad de decir lo que está bien o lo que está mal? Estas son algunas de las preguntas que me quedé con las ganas de soltarle a un padre que ayer comió a nuestro lado en un restaurante. Una persona que, al ver a la Princesa con el móvil en la mano (sí, sé que no es lo correcto) en un tono bastante desagradable sentenció que los niños que tienen el móvil en la mesa son maleducados. Una persona que, como tardaban en servirle, se dedicó a perseguir a unos camareros desbordados por un salón abarrotado de comensales. Una persona que, pese a la gente que había, no moderó su tono de voz siendo bastante incómodo para los que estábamos a su alrededor. Una persona que se atrevió a decir a sus hijos que no hicieran caso a su madre y en el futuro se lo agradecerían. Una persona a la que su hijo le prometió que si en todo el día no discutía con su madre le haría un dibujo. Si, esa persona grosera e impaciente se permitió dar lecciones de educación a mi hija, y por ende a nosotros que estábamos allí. Y eso sin conocernos de nada. El hecho de estar comiendo en la mesa de al lado le debió dar la licencia para hacerlo.
¡Qué fácil es criticar la educación de los demás y no juzgar la nuestra! ¿Por qué esa tendencia de criticar, juzgar, opinar sobre la manera de educar de unos y otros? Bastante complejo es educar/criar a un hijo como para valorar los métodos de los demás. De verdad. madres/padres dejad el mundo correr y que ¡¡¡cada uno se ocupe de lo suyo!!!
¡¡FELIZ LUNES!!