Me encuentro ya en la semana 33 y el final del embarazo se acerca estrepitosamente dejándome una sensación muy extraña, la de que, a pesar de todo, se me ha pasado volando y el momento crucial está a la vuelta de la esquina.
A estas alturas de embarazo ha tocado de nuevo revisión ginecológica y la esperaba como agua de mayo. Al no estar haciendo el seguimiento también por privado solo tengo una ecografía por trimestre y eso de que pase tanto tiempo sin saber cómo está mi bebé me ha costado bastante. Menos mal que con su constante actividad física me demuestra que no puede estar más sanote, pero aún así tenía ya "mono" de verle de nuevo.
Las ecografías en la Seguridad Social son bastante limitadas, entrar en consulta, las pregutnas básicas y necesarias, una ecografía rápida para ver que todo está bien y poco más. En esta ni siquiera te dan fotografía, así que solo te queda el recuerdo del momento o, si el ginecólogo se enrolla, que te deje hacer una foto a la pantalla del monitor.
Me tocó una ginecóloga que ya conocía de antes, joven y bastante agradable. Antes de entrar a consulta me pesaron, 100gr más que la última vez que lo hicieron, el 1 de junio, a estas alturas de embarazo llevo engordados 5kg aproximadamente -que nadie me eche la bronca-. Ya en consulta la ginecóloga me pidió las analíticas, me regañó por no tomar hierro dada mi anemia y me amenazó con que me de un jamacuco en el parto.
Pasé a la camilla y allí me hizo una pregunta muy curiosa, por qué no me había llevado a los niños a ver la ecografía. Me sorprendió mucho ya que en la Seguridad Social son muy restrictivos con ese tema. Le dije que ni me lo había planteado porque al permitir un solo acompañante por paciente no me pareció procedente llevarlos. Y, aunque no se lo dije, no creo que sea buen momento para llevarlos pues si se da la circunstancia de recibir una mala noticia no me gustaría que ellos estuvieran delante. Para ellos es mejor acudir a una ecografía emocional, donde no hay control médico ni diagnóstico y se ve la parte bonita.
La ecografía fue muy breve. Me confirmó que sigue en cefálica, algo que yo no dudaba por sus movimientos, que todos sus órganos están formados y funcionan perfectamente, que está en peso y medidas correctos y correspondientes al tiempo de gestación, que la placenta está en posterior y el líquido abundante y en perfectas condiciones. No puedo pedir más.
Mi Polvoroncillo pesa unos 2,100Kg así que será un bebé normalito. Pesa aproximadamente como su hermana a estas alturas de embarazo, así que creo que puedo dar por hecho que no tendré a un bebé ya criado como Iván, que vino a las 39 semanas con 3,600kg de peso y 52cm de largo.
A falta de fotografía nos dejó grabar unos minutos el monitor, activó el doppler para escuchar su corazón y le agradezco ese detalle porque al menos tenemos un pequeño recuerdo, aunque el video no se ve muy bien, pero prefiero eso a nada.
En este embarazo no puedo adivinar parecidos, ni siquiera hacerme una idea de cómo será. Entre las pocas ecografías, la mala calidad de la imagen -no se por qué en la consulta privada las ecografías salen claras y nítidas y en la Seguridad Social son imágenes difusas y borrosas casi siempre- y que en este embarazo no he podido hacerme la ecografía en 4D en el momento óptimo, mantendremos el misterio hasta el día que decida venir al mundo.
Y en cuanto a cómo estoy llevando estas semanas, puedo decir que sorprendentement bien. Supongo que será porque me he acostumbrado a convivir con los achaques que ya me parecen normales, y me he adaptado a ellos, con lo que todo me resulta más fácil. Se que no puedo forzar, que no puedo estar mucho tiempo de pie, que no puedo levantarme ni caminar rápido así que realizo mi actividad habitual dentro de mis limitaciones.
A estas alturas han aparecido dos achaques más que se dan con frecuencia en el embarazo y que son una auténtica puñeta: la acidez y la candidiasis.
La acidez es una auténtica puñetería, coma lo que coma siento que voy a escupir fuego y ya no hay nada que me calme, salvo no comer, y eso no puede ser. Me apetece mucho beber litros de agua fría pero a más agua bebo más ardor y es horroroso. Lo triste es que voy al médico a por otros temas y me olvido de comentárselo, será que lo tengo tan asumido como normal que ni me acuerdo, pero creo que no me vendría mal tomar algo que me calme porque hay momentos que me apetece picotear o beber algo y no lo hago por evitar el ardor.
La candidiasis es otra jodienda buena. Ya la pasé en el anterior embarazo, durante el primer trimestre, a consecuencia de tomar antibiótico para la infección de orina. Y desde hacía varios días me lo venía temiendo: picor, escozor, dolor, todo en la zona externa, motivo por el cual fui al médico porque lo estaba empezando a pasar mal, con ganas de rascarme el chisme con un rastrillo bien afilado, no digo más.
Para aliviarme me he dado lavados con agua y jabón íntimo de ph neutro -sin abusar, que el exceso de higiene tampoco es bueno- y nada como dejar el potorro al aire, sin ropa interior, para aliviarme. Doy fe. He mejorado desde que me estoy echando la crema específica que me ha recetado el médico pero sigo con mis lavados y living la vida loca cual hippie andando sin bragas por casa, ¡qué sensación de libertad, qué fresquito!.
Me temo que la candidiasis ha venido por el calorazo que está haciend y lo mucho que sudo por todas partes y a todas horas, se ve que ni ducharme dos veces al día ni cambiarme de bragas más que de canal de tv ha servido para evitarlas.
Y dejando a un lado el aspecto físico del embarazo... Creo que es mi mejor momento. Me siento totalmente unida a mi Polvoroncillo y enamorada locamente de él. El hecho de sentirlo tantísimo y en todo momento hace que lo tenga muy presente, que lo perciba como real, como que de verdad existe y está ahí. Y también el hecho de por fin ponerle nombre, ya no es algo, es él y eso ha marcado un punto de inflexión.
Hasta ahora además no había preparado nada para él pero desde hace un par de semanas he empezado a hacer algunas comprillas de lo básico y necesario. Entre que heredará los artículos de puericultura de sus hermanos -menos algunas cosillas que no tenemos, como el cochecito o el grupo 0 para el coche, que ya os contaré- y algunas cosillas que tengo guardadas como mantitas, pijamas y por supuesto todos mis portabebés -¡qué ganas de llevarle bien cerquita mío!- y que no estamos para tirar la casa por la ventana y gastar en cosas innecesarias, no puedo obviar que tenemos que preparar lo indispensable para que tenga su pequeño ajuar.
No sabéis cuánto necesitaba hacer esto. Preparar sus cosas, preocuparme por lo que va a necesitar, dedicar tiempo a ver cosillas para él... Ver que de repente he llenado un cajón de la cómoda con peleles, conjuntitos, que si una mantita, un juego de sábanas para el coche y cosillas varias... ¡¡¡Me hace muchísima ilusión!!!. Me ha subido muchísimo el ánimo y es algo que necesitaba, esta ilusión está haciendo que disfrute muchísimo de este momento.
Lo que sí tengo muy presente es que el final está cada vez más cerca. Y me da pena porque a pesar de todos los achaques es maravilloso sentir a mi bebé en mi barriga y se que será la última vez que viva esta experiencia. Siento que nohe disfrutado el embarazo todo lo que me hubiera gustado, como si hubiera perdido el tiempo todas estas semanas y ahora solo me quedan apenas unas 6 semanas y unos días para aprovechar y disfrutar estas maravillosas sensaciones.
Creí que no llegaría a pensar de nuevo así pero, definitvamente... ¡No quiero parir! Quiero que esto dure un poco más, quiero ser egoísta y seguir sintiendo a mi bebé en exclusiva. Decidme que no estoy loca.