Y me voy atando y me quedo enganchada, hasta que veo que no puedo avanzar, que me invaden la angustia, el miedo o la euforia y mi mente se encadena, sin permiso, quizás por costumbre y venga a dar vueltas alrededor de los problemas o de la situaciónes.
Hasta que respiro, tomo conciencia plena, inspiro y espiro, que me ayuda a reconocer que es posible ver lo que sucede desde otra perspectiva y me doy cuenta de que estoy enganchada y que esto me quita la salud y la alegría.
Y entonces decido soltarme, romper, despegar de las situaciones y verlas con otros ojos, mirarlas sin dejarme arrastrar por las emociones.
No significa pasar de todo, taparme los ojos para no ver. Se trata de mirar profundamente, comprender para tomar decisiones. Dejar de dar vueltas a la emoción y decidir qué hacer con la información que la emoción me da. Porque lo que sentimos, las emociones, no se equivocan.
Esto es mindfulness o consciencia plena. Esto es inteligencia emocional.
Respirar para tomar distancia, sobrevolar, ver desde otra perspectiva y así ser más que los problemas, ser libre, independiente de ellos. Todo se pasa si decido y actúo.
Respirar, de flor en flor, de situación en situación, vivir, resolver y seguir.
Es interesante educar a los más pequeños en mindfulness e inteligencia emocional porque serán más libres y estarán más sanos y felices. Practicar minfulness o consciencia plena no es estar en un mar en calma, sin problemas. Vivir es una aventura. Practicar la consciencia plena nos da una energía especial y poderosa para vivir esta aventura.
Para esto son los cuentos que escribo, Cuéntamelo para crecer consciente.
Aquí os dejo una imagen que vale más que mil palabras.