Aunque sólo lo he practicado estando embarazada y en la relajación y algunos ejercicios de las clases de Pilates, me gusta el yoga. Y me gustaría que mis hijos lo practicaran, porque esta filosofía milenaria sólo tiene beneficios para el cuerpo y mente. Pero, ¿es posible practicarlo con ellos siendo pequeños? Cuando vi que Boolino ofrecía el libro ‘Yoga con niños‘ me lancé a pedirlo para probar si podríamos llevarlo a cabo en casa.
Y la respuesta es que se puede, pero con paciencia. Con cuatro años, creo que mi hijo es aún pequeño, aunque hay ejercicios que le han gustado mucho y que veo que seguiremos practicando conforme vaya creciendo, porque la experiencia ha sido muy divertida. El libro es un buen punto de partida para iniciarse en el mundo del yoga, porque es un manual muy práctico, basado en el juego. Y con el juego podemos llegar a transmitir a los niños todo tipo de conceptos que se trabajan en el yoga, como la concentración, la imaginación, la creación y compartirlo con otros.
Escrito por Pablo Alonso e ilustrado por Alberto Acedos, está dirigido a padres, profesores y amantes de yoga que quieran practicarlo con los más pequeños. En el libro se recogen los rituales para iniciar la sesión y juegos para conectar con uno mismo y el grupo, además de otros juegos de emociones, comunicación, para liberar tensiones, de concentración, de equilibrio y coordinación, imaginación y sensorialidad. Están pensados para hacer con un grupo de niños, pero se puede practicar en casa con un niño o dos y la intervención de un adulto que les vaya guiando.
Al final, se trata de jugar y de tener una experiencia diferente. Nosotros hemos practicado la postura más conocida, sukhansana (sentado en cuclillas con la espalda recta y los hombros lejos de las orejas, apoyando las manos sobre las rodillas o algo parecido, como se ve en la foto) y hemos hecho el juego del espejo yóguico (copiar al otro los movimientos que va haciendo)
Le propuse a mi hijo hacer algunas secuencias de posturas yóguicas, como la del avión planea y aterriza, el héroe o el perrito y el resultado fue muy divertido y me sirvió para ver su grado de psicomotricidad y de equilibrio. Terminamos bailando por casa, y aunque esto no venía en el libro, nos sirvió para terminar la tarde con muy buen sabor de boca.
Uno de los juegos que se proponen en el libro me ha gustado mucho para hacerlo en casa, estemos o no en una sesión de yoga: el de la selva en la espalda. En este juego, un niño se tumba boca abajo en el suelo y otro (o un adulto) le da toques en la espalda simulando el paso de un animal que va a saludarle (antes del juego se hace algo de relajación previa para potenciar la sensorialidad de la actividad). Se empieza por las hormigas, pasando por los pájaros, tigres o elefantes y nunca se sabe cómo se termina. ¿Te animas a probarlo?
El libro incluye muchas explicaciones y dibujos con las posturas que se completan con un glosario en las últimas páginas. Además, contiene como un juego más el de colorear mandalas en grupo para desarrollar la concentración y la creatividad.
¿Sabías que los niños tienen que pintar las mandalas del centro hacia fuera? En los adultos, el orden es el contrario. Pintar mandalas calma la mente, libera de los miedos, reduce tensiones y aumenta la concentración.
En definitiva, es un libro muy práctico que da muchas ideas de actividades también para hacer una tarde con niños en casa. Su autor es profesor de Hatha Yoga y Kundalini Yoga tal como lo enseñó el maestro Yogi Bhajan, además de formador de profesores de yoga para niños y adolescentes, y esto se nota porque todo está enfocado en que la experiencia sea divertida y positiva.
El objetivo final del libro y de practicar yoga con los más pequeños es transmitir herramientas que les hagan vivir más en calma, más felices, más en contacto con sus emociones y con ellos mismos. Suena bien, ¿verdad?
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