Para este segundo ejercicio del taller cambiando gritos por besos he tenido que darle muchas vueltas para poneros un ejemplo. Tengo que decir que hace bastante tiempo que ya no grito. No, no grito. No es que siempre hable entre susurros y de vez en cuando no se me vaya un poco el tono, pero no, no les grito, ya no soy gritona. Puntualmente si me pasa que mi tono se convierte en ese tono brusco cargado de mal rollo, pero es puntual y enseguida soy consciente de que tengo que parar. Hace unos meses no, ese mal rollo acababa en toda una tarde de enfado principalmente por mi parte con los niños castigados. Quizás he sido más consciente de que no grito como antes cuando he visto el ejercicio de Nuria y he mirado meses atrás.
Es más, el otro día hablando con mis peques de como solucionar los enfados, les pregunté si yo gritaba, esperando que me dijeran que sí, claro. Todavía estoy sorprendida con su respuesta porque dijeron que no. Sin embargo al preguntarles que si ellos gritaban me dijeron que sí.
Supongo que lo que querían decir es que ahora grito menos, no me enfado con ellos por la menor tontería, estamos más en conexión. Pero es verdad que hay cosillas que puedo mejorar como por ejemplo no repetir tanto las cosas.
En el post en el que Nuria explica este ejercicio "Háblame bajito" te da unas cuantas claves y trucos que funcionan bastante bien pero que estoy segura que cada uno en casa con nuestros peques encontramos muchos más y que me gustaría que compartáis para hacer llegar a más padres que los necesiten.
Cuando les expliqué a los niños el ejercicio confieso que me miraron con cara de qué me está contando ahora mi madre, la semana pasada que si le vamos a poner nombre a los abrazos y ahora va y me dice que hable bajito y que no vamos a repetir las cosas.
Como os he dicho antes, la parte del ejercicio que más me cuesta en casa es la de no repetir las cosas, me autocabreo, cuando pasa. Supongo que sabes a lo que me refiero. Lo dices una vez, dos, tres, y vas subiendo el tono porque tu hijo está ahí a lo suyo como si no te escuchara. Pero sí te escucha sí, Esta es la parte que más me cuesta. Que confieso que me pasa normalmente cuando voy con prisas y necesito que se vistan pronto o desayunen para irme a trabajar que se me hace tarde.
Así que siguiendo el ejercicio de Nuria me inventé un plan de acción "made in Ana".
Os cuento los pasos:
1- Explicación a los niños con la palabra mágica "reunión". Eso de decirles vamos a tener una reunión familiar es que les encanta. Imagino que cuando tengan 15 años y les diga lo de la reunión familiar me mirarán con cara de ¡qué pesada es mi madre!, pero en fin ahora que todavía son pequeñines tendré que aprovechar las circunstancias. Es como las citas con ellos, les encantan y las piden muchísimo. Y mira que paso tiempo con ellos, pero lo de las citas es especial, os lo conté hace tiempo cuando os explicaba como fueron esos momentos de citas en esta entrada ¿Cuánto caso haces a tu hijo?.
En esta "reunión", les pregunté si se habían dado cuenta de que les repetía muchas veces las cosas. La respuesta fue contundente, "sí mamá eres una pesada". Ya con eso me quedó claro, sabía que les repetía mucho pero no sabía que estaban tan cansados de mis repeticiones. Que por otra parte cuando lo hacemos es algo lógico y no nos damos cuenta. Te levantas por la mañana y mientras vas ayudando al pequeño o estás preparando el desayuno, le vas diciendo eso de ves vistiéndote desde la otra habitación, que aunque no sea a gritos pero se lo repites como 3 veces, mientras él está a lo suyo viendo a su adorado Bob esponja.
Les expliqué que como la semana pasada jugamos a los abrazos y nos había gustado mucho, esta semana íbamos a utilizar los abrazos para decirnos cosas. Así lo hemos hecho. Cuando nos damos un abrazo aprovechamos para decirnos algo muy bajito. No tiene porque significar nada. Aunque también lo he usado para que en ese momento me preste atención.
2. Aplicar el plan. En los momentos en los que en casa se nos hace complicado salir al cole, por ejemplo y yo me noto que voy a empezar a repetirme y a decir que se vista 10 veces, me acerco con un abrazo y con un susurro le digo que éste es el abrazo del "me tengo que vestir". Los niños reaccionan muy bien cuando las cosas las hacemos tranquilas y como si fuera un "juego", que no quiero decir que en la vida todo tenga que ser un juego, hay que vestirse y tenemos obligaciones pero si lo iniciamos como un juego en el que van cogiendo hábito, al final se hace rutina y conseguimos el efecto que nosotros deseamos, que suele ser que nos hagan caso. Con el contacto físico, entras en conexión y consigues que el niño se sienta mejor, más querido, no quiero decir que no se sienta querido si no lo hacemos, pero justo en ese momento que no se lo espera si le abrazas y le susurras algo al oído la reacción es mucho mejor que si lo que haces es decir desde la otra habitación 8 veces lo mismo.
3. Este punto lo añado porque lo considero fundamental aunque es aplicable a todos los aspectos de nuestra vida. Se trata de relajarse. Relax. Si relajación, pero para nosotros. Desconexión de nuestros momentos de tensión, de ira contenida, de malestar por las circunstancias que nos rodean y de los problemas que todos tenemos. Esto dicho así es como muy "flower power" pero es que nos pasa mucho y nos hace estallar cuando menos lo pensamos y con quien más queremos. Si aprendes a prevenir esos momentos, vas a evitar esos gritos con tus hijos. La sobrecarga y el cansancio al final pasan factura. Aprender a ello lleva un tiempo pero tampoco es tanto, ni tan difícil. Te puede parecer egoísta pero la mejor manera de estar bien contigo, estar bien con los demás y que los demás estén bien a tu alrededor, es ponerte tu como prioridad. Debes ser lo primero de tu lista de tareas. Sí, incluso antes que tus hijos.
No es egoísta y te voy a explicar el por qué. Si te dedicas tiempo a ti, muchos momentos en los que estás al borde de ese precipicio para ponerte en plan chillona, regañona o pegona (que también pasa) en el que tienes a los niños como locos por la casa, eso no sucede y no sucede porque estás centrada en lo que tienes que hacer porque te has dedicado un tiempo a ti misma, sin pensar en nada más. Aprendes a reconocer ese estado en el que empiezas a sentir sudores y el tic en el ojo que te va a hacer estallar y paras, reflexionas y actúas de otra manera mucho más calmada y mucho más razonada. Si no tienes esos momentos de estar bien no reconoces los momentos en los que estás mal apunto de estallar.
Si te organizas para disfrutar de tiempo para ti, organizas tu mente. Si estás organizada y en equilibrio con tus valores, tu reacción ante las diversas circunstancias y pruebas a las que nuestros hijos nos someten cada 10 minutos serán mucho más tranquilas, coherentes y controladas.
Con estar en equilibrio con nuestros valores para resumirlo un poco me refiero a que tengamos localizados cuales son nuestros valores para poner el foco en el valor que no esté funcionando y solucionarlo.
Por ejemplo si uno de tus valores es ser organizada y notas en algún aspecto de tu vida, ya sea en casa, en el trabajo o en cualquier lugar que no se está respetando tienes que resolverlo y darle solución. Si no puedes organizarte en casa, busca el equilibrio y o bien delega tareas o si crees que no puedes, que siempre podemos, pero no hacemos, deja esas tareas, que también puedes dejarlas o bien compensa ese valor en otro aspecto de tu vida donde puedas ser organizada. Si en casa no puedes serlo como quieres, se organizada en tu trabajo.
Hay muchas maneras de hacerlo, a unos nos funciona de una forma y a otros de otra, hazlo como lo quieras hacer pero saca tiempo para ti y verás como las cosas van cambiando.
Me he extendido en este punto aunque no tenga que ver con el propio ejercicio en sí porque es uno de los aspectos a los que no damos la importancia que deberíamos darle y sin embargo es clave para que consigamos nuestro objetivo.
Volviendo al hilo del ejercicio como os contaba, mi punto débil es dejar de repetir las cosas que aunque no lo haga gritando si hace que me sienta molesta y sea más fácil que tienda al grito o al enfado injustificado o exagerado con ellos por mi parte. Así que este ejercicio en esta semana me lo he tomado como un mini-reto para lograrlo. Me ha ido muy bien. De hecho mis hijos a la segunda vez que repito algo ya me dan un tirón de orejas recordándome que les había dicho que no iba a repetir las cosas. Puedes comprometerte también como si fuera un mini-reto, para conseguir tus objetivos, donde veas que más en la cuerda floja te encuentras. Poniendo el foco en lo que realmente quieres conseguir, sea hablar más bajito o sea no repetirles, es mucho más fácil que empieces a ver soluciones a y ver como vas mejorando.
Observa siempre que puedas antes de actuar, respira cuando notes esa tensión que te va a hacer estallar, cuando notas que se te acelera el corazón, seguro que te pasa alguna vez, pero no te dejes llevar.
Como te ha dicho Nuria en su ejercicio no te martirices cuando se escapa ese grito ni te sientas culpable. A nuestros hijos también les enseñamos que la vida es así, que es un ensayo-error y que de esos errores todos aprendemos y vamos creciendo, como ellos lo hacen. Si te pasa, reflexiona, explica, pide perdón y sigue adelante.
Este ejercicio también lo puedes leer en el blog de Ilda donde te cuenta como lo ha hecho con sus niñas. Todas las experiencias nos aportan algo bueno y podemos aprender unos de otros.
Estaremos encantadas de que nos cuentes las tuyas.
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