Parece ser que la nueva alcaldesa de Madrid viene con la idea de cambiar el nombre de algunas calles de la capital. No es nada nuevo. Ya en el año 34, mi bisabuelo bautizó a la plaza donde se desarrolla la zarzuela "La del manojo de rosas" (de quien es autor) plaza del que venga. Así , a bote pronto, pienso en la calle Príncipe de Vergara, antes General Mola, antes Príncipe de Vergara. Y como esa muchas más. No estoy ni a favor ni en contra, es lo que toca y lo que ha tocado desde hace casi un siglo.
Lo que ya no estoy tan de acuerdo es con el criterio con el que van a elegir las calles a cambiar. Por lo visto, Manuela Carmena quiere tomar como referencia el censo de calles con simbología franquista, elaborado por el historiador Antonio Ortiz y respaldado por la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Así las cosas, calles como la de Santiago Bernabéu, Eduardo Jardiel Poncela, Rafael de León o la plaza de Salvador Dalí podrían estar en el punto de mira de la alcaldesa. El cambio del nombre de algunas calles, como la de "caídos de la división azul" lo puedo entender. Al fin y al cabo fue una unidad a fin al ejército de Hitler. Pero meter en el saco a artistas, escritores y otras personalidades ajenas a lo que es la contienda pura y dura me parece que sacar los pies del tiesto. A Salvador Dalí se le conoce mundialmente por sus obras y no por ser afín a José Antonio Primo de Rivera. Si ese fuera el criterio, que vayan apuntando en la lista la calle de Antonio Gades o de Rafael Alberti por su afinidad al partido comunista. Porque la guerra civil destrozó a muchas familias, de un bando y de otro. Y si nos ponemos tan puntillosos, tan absurdo puede ser quitar la calle a un gran dramaturgo por ser afín a un partido político como quitarle la plaza a otro por ser del partido contrario. Señores, que lo de la memoria histórica está muy bien, pero no hay que pasarse. Si que es que ya lo dice mi madre: entre Juanín y Juanón está Juan.
¡¡FELIZ MIÉRCOLES!!