Hace unos días tuve que ir al banco para realizar unas gestiones y, cuando entré, saludé a los trabajadores y le dije a mi hijo mayor, Álvaro (2.5 años) que saludara a todos. La verdad es que es un niño estupendo y enseguida les dijo hola a la par que hacia el gesto con su pequeña mano mientras miraba a todos para ver si le devolvían el saludo. De repente, una de las trabajadoras me dijo "¿Y por qué tiene que decir hola? Si quiere que lo diga, y si no, pues no pasa nada". Yo no le contesté nada, a fin de cuentas, cada uno educa como quiere a sus hijos, pero sí que me gustaría explicaros los motivos por los que yo sí animo a mi hijo a que salude, dé las gracias y pida las cosas por favor.
No se trata de hacer un niño sumiso a lo que diga su madre o las normas sociales. Se trata de entender que no vivimos solos en el mundo. Hay gente a nuestro alrededor, gente con la que nos cruzamos, con la que trabajamos y no me parece mal que, desde pequeños, los niños vean que todos podemos hacernos la vida más agradable si usamos el lenguaje para pedir cosas siendo educados.
Dentro del argumento de la banquera estaba que uno de sus hijos es muy tímido y por eso ella no lo obliga a saludar. Me parece bien que no obligue a su hijo a nada. Me parece bien que en nombre de la timidez del niño esté excusándolo para que no salude, no hable y no pida. Pero el niño al que le estaba hablando no era su hijo, era el mío. Y nadie mejor que yo para conocer al crío y conocer las pautas educativas que sus padres (en este caso mi marido y yo) hemos elegido para nuestros hijos.
Las relaciones sociales no siempre son sencillas; si hablamos de cómo educamos a nuestros hijos, la cosa se puede complicar aún más, pero bien es cierto que, mientras yo no le dije cómo debería educar a su hijo, ella sí me dio lecciones de moralidad y respeto hacia mi hijo. Y lo que no debió de ver es que yo, madre de Álvaro, respeto tanto a mi hijo, que lo primero que hago es NO ETIQUETARLO. Álvaro no es ni guapo (aunque a veces se lo digo como #malamadre que soy), ni feo, ni listo, ni tonto, ni simpático, ni tímido. Álvaro es, ni más ni menos, que Álvaro. 100% Álvaro. Y lo quiero y respeto tal y como es. Pero tiene dos años y si bien es cierto que, desde que nació, me ha acompañado a todos lados y ha podido ver cómo me relaciono con el banquero, la frutera o el barrendero; ahora que está adquiriendo el lenguaje y va aprendiendo, paulatinamente, cómo son las normas sociales, creo que es el momento de que sepa en qué momento debe saludar. No quiero que se comporte como un adulto, porque tiene dos años y medio. Simplemente quiero que vea que puede ser un niño y ser correcto, educado, integrándose en la sociedad en la que vive y que, de aquí a unos años, le exigirá ser.
No creo que sea positivo que siendo pequeños les digamos que "como son tímidos" no saluden y los padres los defendamos a capa y espada; porque dentro de diez o quince años, la timidez no les servirá para escudarles y no tendrán las faldas de mamá para taparse la cara; pero sí tendrán esa etiqueta de "tímido" impregnada en su psique.
Aceptando a nuestros hijos, os pido que los liberéis de las etiquetas y les enseñéis a relacionarse con otros humanos, que si bien no seremos perfectos, debemos convivir y ayudarnos para tener un mundo mejor.
¿Vosotros etiquetáis a vuestros hijos? ¿Cómo les enseñáis las normas cívicas y socialmente establecidas? ¡Gracias por comentar!