El embarazo es por naturaleza una condición femenina, y socialmente se dedica mucha atención a la madre y el bebé: se hace el baby shower (casi siempre solo entre mujeres), se visita a la futura mamá, las amigas salen a comer para saber los pormenores del embarazo, la familia se reúne y se habla sobre el futuro… la futura mamá, hasta el discurso está condicionado para que prestemos más atención a la madre… pero, ¿y el padre?
Ese hombre que se despierta en las madrugadas a cobijarnos cuando siente nuestros pies fríos, o que se levanta a darnos un vaso de agua, que los últimos meses nos da masajes, nos mima, nos cuida, habla con su hijo desde nuestra panza, le hace chistes, le pone apodos, nos cumple nuestros más absurdos deseos… como un helado a las 4 am, o una hamburguesa de desayuno, sin siquiera criticarnos o cuestionarnos.
Ese hombre que tiene que aguantar nuestros primeros meses de locura y malestar, que si queremos que nos recoja sin aviso previo lo va a hacer, él que va a preguntarnos por mensaje 18 veces cómo estamos (ya hablando en plural), y que va a comenzar a leer todos los artículos relacionados a bebés que se le crucen, que irá a su oficina contando los avances de su futuro o futura príncipe/princesa, que la primera vez que sienta una patadita de su hijo desde el vientre tendrá los ojos llenos de lágrimas y una sonrisa pasmada que nadie podrá borrar…
A este pobre señor no le prestamos tanta atención durante el embarazo, y el día que nace su hijo, se desarma, se derrite, se enamora por primera vez con tanta intensidad que hasta físicamente le duele.
El nuevo padre ha nacido también, por primera vez pude ver a mi esposo completamente vulnerable, viviendo la emoción más pura que jamás ha existido, viviendo una experiencia única, para la que nadie le preparó.
Él también está viendo a su esposa convertirse en madre, abrazar a un ser humano creado entre ambos por primera vez, los tres juntos por primera vez; ver a mi esposo convertirse en padre hizo que lo ame mil veces más, infinitas veces más, ver sus ojos clavados en un bebé, dudando de su capacidad completamente, pero listo para recorrer el camino sin una sola duda, ese segundo supe que estuvo listo desde siempre para ser el mejor papá del mundo…
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