Las fórmulas más eficaces para gestionar conflictos y discusiones con tus hijos
El ajetreo diario, las diferencias de opinión, la necesidad de llamar la atención o, simplemente, el hecho de no tener un buen día son solo algunos ejemplos de cuando nuestras emociones no nos permiten realizar una buena gestión de los conflictos con nuestros hijos. Al fin y al cabo, tanto ellos como nosotros debemos conocer y reconocer nuestras emociones para poder servirnos de ellas y adaptarnos a la hora de resolver las temidas discusiones.
Y es que, ¿quién no ha llegado a discutir con sus hijos hasta por el color de la ropa? Lo cierto es que, a pesar de que en muchas ocasiones no contamos con más recursos que gritar o castigar, la verdad es que existen otras muchas fórmulas más amigables y, sobre todo, más efectivas, que nos pueden ayudar a resolver conflictos con más eficacia y menos drama.
Está claro que encontrar el equilibrio entre la amabilidad, la firmeza y la disciplina con nuestros hijos puede ser un camino complejo, sin embargo, no es imposible. De hecho, según este psicologo infantil en Jaén, niños y adultos pueden llegar a entenderse más, mejor y de manera más sencilla con solo aplicar algunos trucos y recomendaciones de lo más básicos.
Por eso, en este artículo queremos ahondar en cuáles son esas fórmulas y herramientas que nos permitirán resolver cualquier tipo de conflicto con nuestros hijos sin necesidad de aplicar técnicas extremadamente autoritarias, ni tampoco excesivamente permisivas.
El primer paso para tener éxito a la hora de gestionar un conflicto o una discusión con alguno de nuestros hijos es ser conocedores, tanto de nuestras propias emociones, como de las del niño. Para esto, nosotros mismos debemos trabajar el autoconocimiento, el reconocimiento de los sentimientos y también debemos saber transmitirle la importancia de este tema a nuestros hijos. Así, cuando ellos o nosotros se encuentren tristes, frustrados o enfadados, sabrán ponerle nombre y reconocerán ciertas prácticas asociadas a esas emociones. Este es un punto de partida en el que lo más importante es trabajar en comprendernos a nosotros mismos y a los demás, tanto adultos como niños.
Establecer límites respetuosos
La siguiente fórmula para unas discusiones más respetuosas sería el establecer, desde pequeños, límites de respeto para los actos de todos. Este es un compromiso que ha de ser bidireccional, tanto para los padres como para los hijos. El ambiente de respeto por las emociones ajenas o los límites que no se deben traspasar bajo ninguna circunstancia, como pueden ser los gritos o el uso de palabrotas, funcionan como un compromiso entre las partes que debe servir para crear ambientes en los que la argumentación y la negociación sean la base de todas las conversaciones.
Ejercitar la escucha activa
Cuando discutimos con nuestros hijos, en muchas ocasiones, tanto ellos como nosotros, nos olvidamos de escuchar activamente a la otra parte. Esto da lugar a muchísimos conflictos, genera situaciones incómodas y tensas y, en definitiva, no nos deja resolver las discusiones de una manera óptima para todos. En este sentido, practicar la escucha activa resulta un tema crucial, en el que se da más importancia a la empatía y con la que seguramente podamos llegar a mejores acuerdos sin tantos dramatismos.
Practicar la comunicación positiva
Muy relacionado con ejercitar la escucha activa está también el hecho de practicar la comunicación positiva, en la que prima el respeto, los argumentos y la negociación amable. En este caso, la comunicación positiva implica ciertas normas como no interrumpir a los demás, hablar con un tono de voz tranquilo, responder siempre a lo planteado por los demás o no comenzar con nuevos temas hasta haber zanjado los anteriores. Esta es una forma muy eficaz de gestionar los conflictos, en la que siempre primará la resolución positiva frente a una discusión negativa.
Saber negociar y llegara a acuerdos
En consonancia con todas las fórmulas anteriores llegamos al que es, probablemente, el punto más importante para gestionar eficazmente un conflicto: saber negociar. Saber negociar es imprescindible para poder llegar a acuerdos que beneficien a todas las partes, por ello, resulta esencial aprender a ceder y practicar la teoría del win-win. Bajo esta premisa, se busca que todas las partes saquen algo positivo del conflicto, llegando a acuerdos y dando su brazo a torcer en diversas facciones en pro de un beneficio para ambos. Sin duda, una manera eficiente de enfocar cualquier discusión con nuestros hijos.
Ser firmes con las decisiones tomadas
Finalmente, para terminar, la última fórmula eficaz para gestionar y resolver conflictos con nuestros hijos es ser firmes con las decisiones que hemos tomado y mantenernos en esa línea a pesar de las circunstancias. En este sentido, parece fácil mantener un acuerdo una vez hemos llegado a él, sin embargo, esto no siempre es así. Por eso, cuando hayamos llegado a un acuerdo o tomado una decisión consensuada, lo mejor que podemos hacer es aplicarla hasta el final, sin variarla por detalles que vayan surgiendo.
Fuente: este post proviene de Mamá psicóloga Infantil, donde puedes consultar el contenido original.
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