Esto me despertó unos recuerdos que en nuestra familia ya habíamos enterrado en lo más profundo de nuestras memorias y que en su día nos lo hizo pasar bastante mal. Os voy a contar por qué.
Cuando la supermami y un servidor nos planteamos el ir a vivir juntos, el mercado inmobiliario estaba bastante ajetreado (año 2004) y con nuestros limitados salarios nos compramos (a medias con el banco) un pisito pequeño y algo viejecito de 3 habitaciones en una comunidad no excesivamente pequeña.
Para nosotros dos (y nuestra querida gatita) teníamos más que suficiente... con el tiempo se incorporó la enana (ahora ascendida a HermanaMayor) y aunque andábamos algo justos de espacio estábamos a gusto.
Nació la pequeña y bueno, lloraba mucho (muchos meses después descubriríamos que estábamos lidiando con lo que se podría llamar una Bebé de Alta Demanda); nosotros, en nuestra paternidad recién estrenada, hacíamos lo que podíamos.
Un día, de madrugada, se nos presentó la vecina de abajo diciendo que la estábamos molestando con los lloros de la pequeña. Nosotros alucinamos, desde el primer día hacíamos lo que fuera para que no llorara, pero llegábamos hasta donde llegábamos. Y si se despertaba por la noche, tampoco podíamos hacer mucho.
Con el tiempo la situación fue empeorando y la estrategia de la mujer (madre de dos hijas) cambió y pasó a hacernos guerra psicológica o mobbing: tan pronto se ponía la televisión a un volumen increiblemente alto, como ponía música a altas horas de la noche, daba golpes en el suelo (su techo) de la habitación de la niña cuando lloraba o, incluso, organizaba fiestas entre semana.
Las primeras veces yo, que tengo un carácter más pausado y menos impulsivo que la SuperMami bajaba e intentaba hacerle entender que hacíamos lo que podíamos, pero que si seguía con esa actitud acabaría llamando a la policía. Sus respuestas siempre eran cosas como:
- No es mi problema, haz que se calle.
- La dejáis llorar.
- La despertáis y os ponéis tacones (OMG!).
- Métele un pañuelo en la boca para que se calle.
Evidentemente, cuando llegamos a esa situación ya no interactuábamos con ella, así que probamos a interactuar con el propietario (la vecina estaba de alquiler) pero no se quiso meter. Finalmente, la única alternativa que nos quedaba era llamar a la policía.
Cumpliendo mi advertencia y con la SuperMami con ataques de ansiedad siempre que la pequeñaja se despertaba (y como podéis imaginar, era bastante a menudo), acabamos llamando a la policía varias veces durante alguna de sus juergas... En varias ocasiones estuvo a punto de ser multada por exceso de ruido.
Ella, viendo que no nos amedrentábamos también llegó a llamar a la policía en alguna ocasión. Evidentemente, esto no tuvo ninguna repercusión porque la policía fue de lo más comprensiva; bastante teníamos ya con lo que vivíamos en casa.
Toda esta situación, totalmente incómoda nos llevó a plantearnos el mudarnos. Finalmente no hizo falta porque se acabó mudando ella (desconocemos si por "culpa" nuestra).
Al poco tiempo también nos acabamos mudando; la enana estaba a punto de convertirse en HermanaMayor, veíamos muy justo el piso en el que vivíamos y el colegio público que nos tocó (podéis leer aquí la historia) no nos pillaba muy cerca de donde vivíamos.
Ahora vivimos en una finca pequeña, y con un cuadoid bestial de intentar molestar lo menos posible a los vecinos.
Para nosotros esos momentos que vivimos en el anterior piso eran durísimos; no podíamos entender que alguien que era madre no nos entendiera y nos soltara lindeces como "Ponle un pañuelo en la boca para que se calle"; cómo se podía ser tan incomprensivo con unos padres recién estrenados que lo único que pretendían era que no llorara su pequeña?
Habéis vivido vosotros situaciones de ese estilo? Espero que no!