Siempre digo que en mi útero se está gestando un bebé, pero fuera se está dando una transformación también increíble: la creación de un hermano mayor. Un niño que, a nuestros ojos, va creciendo por momentos y que ha cambiado de papel desde que supimos que estábamos embarazados. Es increíble cómo un positivo le da la vuelta a todo, incluso a esto.
Al peque le dimos la noticia el primero, a los dos meses y medio de embarazo, y antes que al resto de familia. Quisimos que fuera así para que no se sintiera desplazado y no escuchara comentarios o enhorabuenas que vinieran de fuera. Se lo dijimos una tarde en la que estábamos los tres solos en los columpios, enseñándole una foto de lo que entonces, antes de que nos cambiaran el sexo, creíamos que era su hermanito. Nos sorprendió su respuesta, alegrándose de forma natural y mostrando su sorpresa, y cómo a los dos minutos volvió a su juego como si su mundo no hubiera cambiado.
Desde entonces, no dejamos de hablar del bebé. Tratamos el tema cuando leemos cuentos y tenemos presente a la hermanita en los planes de futuro. Para implicarle en el tema como hermano, le hemos dejado que haga tareas sencillas, como que me prepare las vitaminas del embarazo cada mañana (simplemente saca la pastilla de la caja y me la da para que me la tome y el bebé crezca mejor) o que elija cosas que vamos comprando para la nena.
Le hablamos de su llegada con plazos temporales que puede entender: “el bebé vendrá cuando esté terminando el verano, después de muchos días de piscina y cuando estemos ya en la casa nueva” y le cuento qué cosas hace el bebé dentro de mi tripa para que le conozca y empatice más con él: dar patadas, escuchar nuestras voces o chuparse el dedito, por ejemplo, cosas que le hacen mucha gracia.
Le he pedido que le cante y le hable a la tripa por las noches un ratito, para que su hermanita se acostumbre a él. Hay veces que lo hace con cariño y otras en las que se le va la mano con sus besos o caricias o en que simplemente se niega, pero lo respetamos. Ha habido momentos en los que ha intentado hablarle a través de mi boca, como buscando un orificio con el que comunicarse más directamente. Estoy deseando que pueda sentir desde fuera los movimientos del bebé para que lo entienda aún mejor.
Además, fue él quien le contó mediante gestos a sus profesoras que estábamos embarazados, algo que nos sorprendió y alegró mucho. No deja que nadie me toque la tripa, como si fuera un perrito guardián, y ya le ha comprado algún regalito en una tienda por iniciativa propia: vamos por muy buen camino.
Ponerle nombre al bebé ha sido clave para que empatice aún más y para que la idea de una hermanita fuera mucho más real: pronuncia su nombre constantemente y ha aprendido a escribirlo.
Al hablar de cómo nos va a cambiar la llegada de la nena hemos recordado y vuelto a ver sus álbumes de fotos para hacerle partícipe de que él también era un bebé que dormía en cuna, tomaba teta y usaba chupete. Hay días en que se erige con todo su ímpetu como voluntario para bañarla o recogerle el tete, y otros en los que me dice que eso tendré que hacerlo yo, pero todo es un proceso.
Sí que he notado que juega mucho más con sus peluches y les cambia el pañal o me los pone al pecho, como empezando a asimilar un nuevo rol de hermano o haciéndose a través del juego simbólico una idea de cómo va a ser el escenario de nuestra casa dentro de unos meses. Hemos empezado a hablar de que tendré que irme al hospital cuando vaya a venir, pero todavía queda mucho tiempo, así que retomaremos el tema más adelante.
Dos de los libros que nos han dado pie a hablar del bebé y de ayudar a que se exprese sobre el tema (siempre con el inconveniente de que todavía no habla del todo) son Espero un hermanito, de la Editorial Corimbo, y Mamá tiene una casa en la barriga, de Beascoa, dos títulos que recomiendo fervientemente. Con el primero, se ha podido hacer una idea de cómo se forma dentro de mi cuerpo el bebé y de que no pasa nada por sentirse enfadado o extraño en algunos momentos. Con el segundo, hemos seguido el proceso desde fuera, tratando de nuevo el tema de sus sentimientos.
¿Algún consejillo más para seguir gestando a este gran hermano mayor?
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