A veces queremos tener hijos perfectos: con excelentes calificaciones, educados, de los que la gente comente “qué niñ@ tan educado tienes!” Sin embargo, a mi alrededor veo familias que más que felices lo que aparentan ser es perfectas.
Cuando era adolescente mi madre me decía: “haz lo que te haga sentir bien a ti, no a los demás”. Parece que me aprendí bien la lección porque al pasar de los años lo que más procuro en la vida es ser feliz.
Al igual que procuro mi bienestar como primera regla personal, así también procuro que mis hijos sean ante todo felices, y lo que pueda atentar contra su felicidad es lo que automáticamente yo rechazo.
Procura que su salud se encuentre en óptimas condiciones. Evita los problemas de salud en ellos, no te descuides, es parte de tu labor como madre y es otra forma de amarlos y hacerlos felices.
Además, si procuras enseñar a tus hijos más sobre felicidad, seguro tendrás algunas ideas como las mías:
1. Si eres feliz, eres agradecid@. Quien siempre dice que le falta algo para ser feliz es porque no sabe agradecer lo que el momento justo de su vida le está ofreciendo.
2. Mira el presente y deja de enfocarte en los “si tuviera” ó “si hubiera”. Si sólo te fijas en las carencias y no en la abundancia de tu vida, estarás más atento a lo que quisieras que sucediera en vez de enfocarte en aprovechar al máximo todo lo que tienes.
3. Pones a un lado la perfección. Las personas, las cosas y las situaciones son lo que son, no pueden ser de otra manera. No busques la perfección en tu vida ni te pierdas en un mar de pensamientos y de dilemas existenciales buscando las razones que hacen que las personas, las cosas o las situaciones sean como son. Vive con la aceptación de que todo es como es porque no pudo haber sido de otra manera. No puedes cambiar como suceden los acontecimientos, navega tú con el cambio que es lo único constante en la vida.
4. Disfruta de las pequeñas cosas. Una vida feliz la posee quien tiene la capacidad de disfrutar las cosas simples y económicas más que aquellas en las que se necesita derrochar dinero.
5. Sonríe todos los días. Busca el método que te haga sacar una sonrisa de los labios. Es por tu salud mental y también es por tu entorno. A mí me funciona para cambiar de animo, poner música en vivo, merengue y salsa, a alto volumen. Para lograr esto a veces necesito salir a manejar con mi música preferida en un tono bastante elevado. Es mi método, no tiene que gustarle a los demás. Pero cuando sonrío el entorno y las personas a mi alrededor responden a mi sonrisa con una sonrisa.
6. Deja de pensar tanto. Mucha gente se ahoga en su propio mar de pensamientos y a veces tienen un humor increíblemente difícil para tratarlos y solo se trata de su “mundo paralelo” en el que se ha perdido pensando y analizando a solas. La pregunta es: te hace feliz hacerte tanto rollo en la cabeza? Si la respuesta es no, pues no le veo la razón al exceso de análisis.
Hoy una persona me dijo: “Este año no tengo metas”. Le dije: “Pues disfrutarás mucho este año. El año que no escribí ninguna meta logré mucho más de lo que hubiera escrito.” A veces creemos imposible lograr algunas cosas, pero el límite lo ponemos nosotros mismos y no nos damos cuenta. Somos nuestros peores jueces y para los demás siempre queremos halagar y ser agradables. Si no tienes ganas de escribir metas, ve tomando tus objetivos uno a uno y siéntete feliz de hacer un poquito de cada meta cada día. Al final de año sabes qué pasará? Habrás hecho mucho más de lo que habías pensado hacer.
Que tengas un 2017 cargado de nuevas y buenas oportunidades.
Ponte como meta ser feliz y tener hijos y familia felices. Todo lo demás tendrá que venir a encajar a la perfección con tu felicidad o simplemente no entrar a tu vida.
No te sabotees tú mismo la vida, pues si no eres protagonista en tu propia vida posiblemente alguien más lo está siendo por ti.
Feliz 2017!
Hasta la próxima.