Ya no puedo más. Ni un minuto, ni un segundo ni nada. Quiero parar ya y volver a mi rutina, a su rutina, a nuestra rutina, ¡bendita rutina! No aguanto más este sin sentido que se han convertido las Navidades. Gastar, comprar, salir, comer, beber... y hacer todo de manera desmedida como si hoy lo fueran a prohibir.
Y todos los años, de un tiempo a esta parte, me pasa lo mismo. Mucho prometo y luego poco hago. Y sí, es posible y necesario. Tengo que organizarme mejor para que haya tiempo al aburrimiento, para conseguir más tardes de sofá y mantita sin hacer nada; para no visitar ningún centro o área comercial así me maten; para comer lo justo y necesario en los días señalados y que no sobre nada (estoy de comer langostinos a punto de que me salgan bigotes). En definitiva, de hacer una vida más normal y acompasada.
Pero bueno, ya todo acabó y, la verdad, han sido unas vacaciones divertidas. Y hoy vuelve todo a la normalidad: a los madrugones, a las carreras para llegar pronto a todas las citas, a comer judías verdes... En definitiva vuelve la vida real que tanto me gusta.
Y tú, ¿estás hasta el bigote (de la gamba) de estas idas y venidas, comidas y de gastar, gastar y gastar?
¡¡¡FELIZ VIERNES!!