Al principio puede ser gracioso, incluso parecen manías inocentes. No pisar las baldosas rojas en la acera, tener el volumen en número par, tocar tres veces algo para que no ocurra algo malo, un orden excesivo, la necesidad de tenerlo todo bajo control… Esto es sólo el principio. Es como cuando empiezas a fumar, al principio te sientes especial, no crees que te vayas a enganchar, lo controlas. Luego lo vas necesitando más hasta que es él el que te controla a ti.
Ojo! Que no to das las personas con alguna manía presentan TOC, no te asustes.
De pequeña, recuerdo empezar así, algo en mi inocente cabecita me decía que tenía que repetir actos, palabras, hechos… evitar situaciones… etc. En principio parece algo inofensivo, es sólo imaginación, o eso se pensaba antes. Pero cuando las compulsiones se hacen cotidianas, la obligación a compulsionar es cada vez más frecuente, sientes que estás perdiendo en control de tus actos, que ya no eres dueña de ti. Llega a ser muy frustrante.
Cada compulsión viene con un pensamiento intruso. Un pensamiento malo, que no quieres que pase, pero que si no cumples con su “orden”, pasará. Y ahí es donde se detecta un TOC.
Como no sabes controlar esa parte de ti, acaba acaparando tu vida cada vez más. Esos malos pensamientos van convirtiendose en obsesiones cada vez más fuertes, que se aferran a tu mente con mucha fuerza, incluso llegas a creer que son verdad. Es cuando te invade una sensación de desasosiego, de ansiedad. Se ha apoderado de ti y ahora ese miedo se ha hecho fuerte. Ya las compulsiones no lo reducen, te ha sumido en un estado de confusión. Entonces es cuando empieza la lucha…