Los temores durante el embarazo son muchísimo, no solo por si algo sale mal con el bebé sino también, el no saber como ser madres. Seguramente existan dentro de ti un buen número de dudas y miedos que no le comentas ni a tu mejor amiga por miedo a que sean ‘tonterías’ o a que te malinterpreten y juzguen. Has de saber que todos, en circunstancias nuevas o extrañas, experimentamos ese tipo de sensaciones que, según los psicólogos no sólo son normales, sino que son necesarias para iniciar y cerrar etapas de la vida.
Al principio, todo es ilusión
Si tu bebé ha sido más que buscado y deseado, y aunque no fuera del todo así, ahora que estás embarazada, lo más probable es que esa sensación de felicidad acapare todo.Sin embargo, los nueve meses de embarazo no son un camino de rosas en el que todo es paz y felicidad. La espera a veces provoca estrés o ansiedad, así como mil y una dudas precisamente derivadas de ese estado de impaciencia ante la llegada del nuevo ser.
Comienzan a asaltarte las dudas
Lo lógico es que lo que más te preocupe sea que tu bebé venga sano y que no haya complicaciones en el parto más allá de las previsibles o ‘normales’. Pero a medida que avanzan las semanas y los meses y tu tiempo libre se ve incrementado, tienes más tiempo para pensar y por lo tanto para dar rienda suelta a tu imaginación en todo lo relacionado con el bebé.Te recogemos algunas de las emociones más usuales que puedes sentir en estos meses. Así no sólo puedes verte identificada sino que comprobarás que hay que aprender a relativizar todo, incluso esos temores que ahora te parecen ‘un mundo’.
¿Cambiará mi cuerpo para siempre?
¿Volveré a ver mis pies y rodillas? Es una expresión nada exagerada, pues son, seguramente tus extremidades inferiores a las que ‘más echas de menos’ en estos meses. Tranquila porque tu figura, poco a poco, volverá a ser si no la misma, muy parecida a la que tenías antes.Cada mujer vive el embarazo de una manera diferente. Te provocará curiosidad y en ocasiones envidia observar cómo hay mujeres de siete y ocho meses que, de no ser por la tripa que denota su embarazo, son tan altas y esbeltas como esfinges. Son los misterios que la naturaleza y cada metabolismo esconde y si no estás incluida en este privilegiado grupo, no debes obsesionarte.
¿De qué manera?
Sin la necesidad de estar embarazadas para pensar en ellos, son éstas quizá, las tres partes de nuestro cuerpo que más nos ‘obsesionan’. Las tendencias de moda y los cánones de belleza que prevalecen actualmente ensalzan a una mujer estilizada, cuyos pechos están firmes y cuya cadera y cintura son más bien estrechas.Durante el embarazo tu cuerpo se prepara para lo que va a venir después, el alumbramiento, por lo que tus caderas se van ensanchando progresivamente y el almacenamiento de grasa es parte de ese natural proceso para ‘recibir al bebé’.
Los pechos, los más ‘sufridores’
Durante la lactancia, tus pechos están enormes y tus pezones más bien oscuros, grandes e incipientes. Estos cambios desaparecen paulatinamente hasta apenas dejar rastro. La única ‘prueba’ por así decirlo, de que has estado embarazada, será continuar con una talla más grande a la que acostumbrabas.Los expertos recomiendan mimar especialmente esta parte de tu cuerpo. Si ya de por sí son sensibles, ahora tendrás que multiplicar los cuidados por diez. Desde una buena elección de sujetador, que te realce y cuyas fibras sean lo menos sintéticas posibles, hasta la aplicación de cremas reafirmantes y masajes con agua tibia en esa zona.
¿Recuperaré esos kilos de más?
Asumir que durante unos meses e incluso algo más de un año, tu figura no será exactamente como lo era antes de estar embarazada, es parte de la base de la que has de partir para empezar a ‘hacer algo’ por cuidar más tu aspecto.A partir de aquí, todos los esfuerzos que hagas, serán recompensados. El primero obviamente es la dieta. Los nutricionistas recomiendan empezar con una moderada que incluya las 1800 calorías estipuladas como necesarias para una mujer a lo largo del día.
Si no sabes o no puedes, acude al especialista
La clave para no engordar sino reducir volumen y kilos, es sencilla. Aplicar las reglas de oro que todas conocemos para poner en marcha una dieta como no picar entre horas, hacer al menos cinco comidas diarias, comer en pocas cantidades, intentar evitar grasas saturadas y carbohidratos difíciles de digerir y de los que el cuerpo tarda más en ‘deshacerse’, como el pan, los cereales, las salsas, las patatas o la pasta, son parte indiscutible de tu nueva alimentación.Si te preocupa en exceso este tema y no te ves capaz o con la voluntad necesaria para poner en marcha una dieta después de tu embarazo, ponte en manos de un especialista. Hay cantidad de endocrinos y nutricionistas relativamente asequibles. Ellos te darán las mejores pautas para recuperar tu figura.
¿Soportaré el dolor del parto?
Muchas veces las dudas que te asaltan no son en relación a la etapa post-parto sino al mismo día en que darás luz a tu bebé. Según los psicólogos, en este día se cruzan mil y una sensaciones difíciles de describir de no ser la protagonista del acontecimiento, en este caso y hasta que tengas a tu hijo en brazos, eres tú.¿Me dolerá tanto que interrumpiré el proceso y eso será negativo para mi bebé? ¿Seré capaz de sobrellevarlo? ¿Me decepcionará en algún modo su sexo? ¿Y su aspecto? Son algunos de los interrogantes más comunes que las madres, sobre todo primerizas, se hacen antes del parto.
Aplica el sentido común y déjate guiar
En el ‘gran día’ estarás rodeada de gente que te quiere, respeta y por encima de todo, te apoya. Por lo tanto, es recomendable que delegues un poco en esos seres queridos, pues tú ya tienes suficiente con los nervios, dolores y emociones que se presentarán en el momento del parto.Déjate mimar por los tuyos y haz caso de los consejos y recomendaciones de tu madre, de tu pareja, amigas, matrona y por supuesto, de tu médico, la persona que más empeño está poniendo para que todo salga de maravilla. Piensa en lo realmente importante, que es ver a tu bebé sano por fin a vuestro lado.