La ayuda de Kika Baeza para nuestro problema de lactancia

Nunca pensé que tendría que acudir a una asesora de lactancia cuando mi bebé ya no fuera ”tan bebé”. Hoy, con 9 meses y una semana, Ollie y yo hemos ido a la consulta de Kika Baeza, y ha sido una experiencia tan buena o mejor de lo que me habían contado. Ya en su día, con los problemas que tuvimos de llorar en cada toma y sobreproducción de leche, pensé en acercarme. Pero el tiempo fue pasando y conseguí encontrar soluciones varias, así que finalmente no fue necesario.

Sin embargo, como os contaba en este post, llevamos ya tres meses y medio (sí, tres-meses-y-medio-muy-largos) con un problemilla muy particular. Ollie solo mama tumbado en la cama, en penumbra y/o medio adormilado. Y no hay más que decir. Si no se cumplen estos requisitos, rechaza el pecho y se enfada mucho. Aunque tenga hambre, sí. Y aunque lleve horas sin mamar. Podéis imaginar cómo condiciona esto nuestra vida, básicamente porque la libertad que da la teta desaparece.

Así que después de estos meses, hemos decidido pedir ayuda y ver qué tal nos va con lo que nos ha comentado Kika. Si estás pasando por algo parecido, puedes leer más sobre el tema pinchando aquí o seguir leyendo para saber qué nos han aconsejado a nosotros.

Por qué acudir a una asesora de lactancia

Probablemente hayas oído hablar sobre las asesoras de lactancia si eres madre. Si no tienes muy claro qué son o te gustaría saber cómo encontrar una, te recomiendo este post de Marujismo. Yo había pensado muchas veces en ir a la consulta de Kika, me habían hablado maravillas de ella. Salvó la lactancia de dos conocidas diagnosticando problemas de frenillo, y tengo varias amigas matronas que se han formado con ella en el campo de la lactancia.

Además, la conocía indirectamente porque ha escrito uno de los libros más bonitos sobre maternidad que ha llegado a mis manos. En fin, que esperé a estar totalmente desesperada para visitarla. Y ahora pienso que debería haberlo hecho mucho antes. Os cuento por qué.

Sientes que alguien más entiende tu frustración al dar el pecho. Por mucho que lo compartas con tu pareja, familiares y amigos, si no están pasando por lo mismo en primera persona, no se pueden poner en tu lugar. Yo me he sentido escuchada por mis allegados, pero no entendida.

Sabes que le está dando la misma importancia a la lactancia que tú. En mi caso (por suerte), nadie me ha dicho que deje de dar el pecho e introduzca fórmula. Pero sí que me saque leche y le dé biberones. Y claro, esa idea no está mal si no tienes dos pechos de los que sale leche todo el día y has cogido una excedencia para cuidar a tu bebé.

Percibes que se busca una solución real a tu problema concreto. Probablemente no seas la primera ni la última madre que consulta esa duda en concreto, pero si no es uno de los problemas más comunes, buscar una solución por Internet puede ser agotador. Una asesora con experiencia sabrá darte las mejores ideas para llevar a cabo.

Hay un seguimiento. Aunque la consulta haya finalizado, no te sientes desamparada. Puedes volver a contactar por correo o teléfono para preguntar o simplemente informar de cómo va la situación.
problemas lactancia


Qué nos han recomendado Kika Baeza

Lo primero que hemos hecho es buscar la raíz del problema remontándonos a el momento en que empezó a pasar esto. Después de preguntarme varias cosas (desde el embarazo, pasando por el parto hasta otros detalles de alimentación complementaria), hemos dado con el origen de nuestro dilema. El momento en el que Ollie dejó de mamar en cualquier sitio coincidió con un viaje a Irlanda en el que estuvo muy estresado ya desde el avión de ida. Fue muy agobiante, tanto para él como para mi. Desde entonces, ni se dormía en la calle ni tomaba el pecho de forma normal.

Kika me ha dicho que cree que se juntó un exceso de estímulos, con la bajada fuerte de leche que ya de por sí le agobiaba, más mi angustia por su rechazo. Y ahí empezó el círculo vicioso.

Vamos a lo interesante y que estarás deseando saber si a ti te pasa lo mismo que a nosotros. Eso sí, debo decirte que no es ninguna fórmula mágica ni una solución de un día para otro. Sin embargo, sí que es un procedimiento bastante lógico pero que no se me había ocurrido. Básicamente consiste en ir aumentando los estímulos gradualmente. Os cuento el proceso:

Elegir un estímulo que se va a mantener constante SIEMPRE. Esto va a ser lo último en desaparecer. Por ejemplo: una canción relajante. Puedes cantarla tú o ponerla de fondo, y esa canción siempre os va a acompañar mientras das el pecho hasta que se solucione el problema.

Si ahora solo mama tumbado, vamos a ir incorporándonos un poquito cada día. Primero con un cojín, después medio recostados y finalmente acabar sentados en la cama

En cuanto a la oscuridad y la persiana bajada; vamos a ir aumentando el nivel de luz muy poco a poco. Cada día vamos a subir la persiana un poco más hasta llegar a estar totalmente subida.

Una vez que todo lo anterior se haya conseguido y el bebé mame tranquilo, podemos intentar cambiar de habitación.

Cuando se haya acostumbrado a tomar el pecho de esta manera, quedaría intentarlo en la calle.

Si la situación se ha normalizado y lo crees conveniente, puedes deshacerte de la melodía que habías elegido como estímulo constante.


Es importante recordar que si a tu bebé le estresa también la música, es mejor que busques otro estímulo. A lo mejor os sirve el ruido blanco, o el sonido de la lluvia o viento (hay cientos de videos en Youtube). El caso es encontrar lo que mejor se adapta a vosotros y pensar que es normal que un bebé se sobreestimule en el tipo de sociedad que vivimos. Todo son ruidos, visitas, coches, contaminación, espacios muy iluminados y ruidosos…Y adaptarse a ello puede llevarle más tiempo a unos niñxs que a otrxs.

Y por último, comparto con vosotras el consejo más bonito que me han dado hasta ahora. Y creedme, que me han dado muchos (muchísimos), pero ninguno tan acertado como el de Kika. Es normal agobiarse y preocuparse cuando un bebé se comporta así.

El desasosiego que sentimos en instintivo y está gobernado por la amígdala cerebral, que es la encargada de gestionar el miedo. Es decir, no es un sentimiento que podamos controlar racionalmente, sino que es una reacción que ha permitido la supervivencia de la especie. La amígdala no sabe que hace 100 años que existe la leche de fórmula. Tampoco entiende que un bebé no vaya a morir si no amamanta. Es un instinto primitivo, ya durante miles de años un bebé que rechazaba el pecho o no se alimentaba se moría.

Así que sea cual sea el problema que estés pasando con tu lactancia, te abrazo y te entiendo. Y ten todo el miedo que quieras, que es normal. Pero te animo a buscar ayuda, ya sea online o presencial.

¿Has probado alguno de estos consejos? ¿Te ha ayudado alguna vez una asesora? 

Fuente: este post proviene de kualabiru, donde puedes consultar el contenido original.
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