“Si salvas una vida, salvas un universo. Si destruyes una vida. destruyes un universo.” Esta frase está presente en el libro “El Hombre en Busca de Sentido” de Viktor Frankl. Al pensar en esta frase y el título de esta entrada, entiendo que si dañas una relación, dañas también un universo. La persona es un universo, una e indivisible. Por tanto, destruyes a la persona que confió en ti para continuar su vida, su trabajo o su amistad. “Reconoce cuando una parte tuya hace algo que daña la relación” fue una recomendación en terapia que recibió un hombre a quien le fue pedido el divorcio luego de muchos años de matrimonio. El no lograba entender que parte de su comportamiento había dañado la relación, pero no se percató de cómo se fue deteriorando la percepción de ella acerca de la relación. Luego ella no encontró sentido en permanecer ante este “ciego emocional” que caminaba solo mirando sus pasos, como caballo, sin mirar su contexto alrededor. Cada cual su vida, a veces no es posible dejarse envolver en este entorno que no hace más que dañar más y más la relación.
Las relaciones son frágiles y siempre somos nuestras relaciones. Somos miembros de un grupo. Hemos venido siendo y viviendo con personas a lo largo de nuestras vidas. Curar las heridas no depende de los demás sino de nosotros mismos. Estudiando Logoterapia he logrado aprender que las situaciones a mi alrededor no pueden desmoronar mi espíritu, y mi alma encuentra siempre cómo seguir. Eso es lo verdaderamente importante. Sin embargo, ahora veo todo desde otra óptica. Desde otra yo. No podría volver a ser la misma, ni que lo quisiera.
No cura la técnica que uses para restaurar tus errores, lo que cura es la relación que le devuelvas a esa persona y que te devuelvas a ti mismo(a). Si no es posible restaurar la confianza, la alegría y el sentido de estar juntos, entonces indudablemente nos encontramos ante la realidad que plantea una canción que conozco: “Corazón que se quiebra, que lo cambien”. Momento de moverse en otra dirección. Las cosas son lo que son.
¿De quién esperas reconocimiento? ¿Qué es eso que no quieres ver? ¿Detrás de qué te escudas? ¿A qué le temes? ¿Qué no quieres repetir? ¿Qué hay detrás de esa necesidad?