En mi caso os voy a explicar cuatro mitos de la paternidad y la maternidad que Maramoto en particular ha desmitificado durante su primer año de vida. Creo que esto no les pasa a todos los padres, pero seguro que más de un padre y una madre de bebés de alta demanda se sienten más que identificados con varios de estos cinco mitos que la realidad junto a nuestra pequeña saltamontes se ha encargado de ir tumbado día a día. O con todos. Tampoco lo descarto.
1. La hora del baño: Está claro que hay niños a los que les gusta más y otros a los que les gusta menos (como pasa con todo en esta vida), pero Mara ha decidido llevarlo al extremo. Tras unos primeros meses en los que la cosa parecía estar más o menos controlada, nuestra pequeña saltamontes decidió que no le gustaba la hora del baño. Primero entre berrinches, mientras intentábamos ducharla (porque bañarla era imposible), antes de que se la comiese la roña. Y después negándose directamente a bañarse, poniéndose continuamente de pie en la bañera mientras a nosotros nos entraban los mil y un sudores ante el temor a que la niña se abriese la cabeza de un resbalón. Al final, para evitar males mayores, la mamá jefa ha tenido que empezar a ducharse con ella. Sigue sin hacerle gracia eso del jabón y el agua, pero parece que enganchada a la teta de su mamá lo lleva un poco mejor.
2. Los masajes relajantes: ¿Pero dónde se ha visto un bebé al que no le gusten los masajes relajantes de sus papis tras el baño? Pues sí, los hay. Es más, la mamá jefa se podría haber ahorrado el curso que dio tras la llegada al mundo de Maramoto. Desde el día uno no ha habido manera. Cuando era muy bebé era tumbarla y ponerse a patalear y renegar. Ahora que es más mayor directamente es imposible tumbarla. Maramoto es una bebé de acción, así que estar quieta durante unos minutos mientras su mamá o su papá le dan masajes no va con ella. ¿Para qué relajarse si puede estar dando vueltas y saltando por la cama? Con estos antecedentes os podéis imaginar lo fácil que nos suele resultar vestirla o cambiarle un pañal… Cada una de estas actividades constituyen nuestro pequeño gimnasio doméstico.
3. Los viajes en cualquier medio de transporte: Uno siempre había oído hablar de bebés que se suben al coche y viajan súper tranquilos mirando por las ventanillas antes de entrar en un sueño profundo. No será nuestro caso. Ya os he hablado varias veces de nuestras odiseas con el coche. Odiseas que nos han llevado al extremo de que la mamá jefa tenga que hacer contorsionismo para ir dándole la teta a la pequeña saltamontes durante el trayecto. Durante este año como papá en prácticas también he conocido a otros papás que han cogido un avión hasta la otra parte del mundo acompañados por su bebé. Siempre he pensado que si a nosotros se nos ocurre hacer eso, a mitad de camino nos dan un paracaídas y nos tiran en pleno vuelo. Creo que el tiempo pocas veces ha pasado más lento que en la hora y media de AVE que separa Madrid y Valencia. Con eso lo digo todo.
4. Los idílicos paseos familiares: Tuvimos algunos (pocos) antes de que Mara empezase a descubrir que podía andar. Todos ellos gracias a la mochila (¡Bendito porteo!). Pero aunque somos papás canguros por naturaleza, alguna vez hemos intentado salir con el carrito (ya vendido sin apenas usar). Y la experiencia fue frustrante. Hasta el punto de llegar a casa con menos energía que el último clasificado en una maratón. Y desde que Maramoto descubrió que ya estaba preparada para dar sus primeros pasos, las cosas se complicaron aún más si cabe. Basta ver las caras de agotamiento con las que llegamos a casa tras cada intentona diaria. Porque nosotros somos así, no desistimos nunca en nuestro empeño. Y es que por muy difícil que sea, bien vale la pena cuando ves la cara de alegría de tu peque correteando por el parque.
Con estos cuatro mitos desmitificados, la vida desde luego dista mucho de ser sencilla. Pero compensa. Todo compensa con una bebé al lado. Y vuestros peques, ¿qué mitos de la maternidad/paternidad han derrumbado?