Como os comenté al regreso de las vacaciones, durante el verano a Maramoto se le ha soltado la lengua. Su vocabulario, sin embargo, aún es escaso, así que entre palabra y palabra se nos cuelan un sinfín de sonidos que aún no hemos sido capaces de interpretar (tenemos a sueldo a un grupo de expertos en lengua Dothraki para que nos subtitulen las conversaciones). En las últimas semanas la mamá jefa y un servidor nos hemos dado cuenta de que gracias a su vocabulario recién estrenado nuestra pequeña saltamontes ha empezado a clasificar a las personas que habitan en su mundo. De momento está poblado por cinco tipo de personas (ocho si diferenciamos entre sexos).
Por un lado están los bebés. Mara los identifica con facilidad porque suelen ir en el carro, tumbados y durmiendo, así que lo habitual es que Maramoto nada más ver a uno exclame “¡Bebé! mientras a la vez hace un ruidito super tierno y se pone la mano en la carita como queriéndonos decir que está dormido. Con los bebés tenemos que llevar un particular cuidado ya que, aunque hemos conseguido que nuestra pequeña saltamontes los trate con delicadeza, aún no hemos sido capaces de erradicar ese instinto salvaje que le lleva a meter su dedo índice en los ojos de los recién nacidos. Cualquier día nos cuesta un disgusto.
Luego, diferenciados de los primeros porque ya no van en carro y tampoco están dormidos cuando andan por la calle, están los nenes/niños y las nenas/niñas. Los llama de una u otra forma indistintamente. Este grupo es bastante amplío en los que a edades se refiere y abarcaría desde peques de poco más de un año que ya caminan por sí solos hasta niños de 12-13 años. Es el grupo del que ella por edad se siente parte. Y si puede ser que los niños sean mayores que ella, mejor se lo pasa persiguiéndolos e intentando interpretar sin mucho éxito a qué juegan. Digamos que son su pequeña tribu.
El siguiente tipo de persona lo conforman los papás y las mamás. Para Maramoto son papás/mamás las personas que ve en el parque a cargo de un niño/nene, pero también un muñeco que tiene para la bañera con bigote, Gru o cualquier hombre/mujer que tenga una edad comprendida entre los 20 y los 40 años y no esté excesivamente castigado por la vida. No es difícil ver a Mara llamar por la calle “papá” o “mamá” a cualquier persona que ella considera en edad de serlo, independientemente de que lo sea o no. A veces acierta y otras no. Pero qué demonios, así es la vida.
Luego están los abuelas y abuelas. Aprender a decir esta palabra le ha permitido a Maramoto pulir un poco más su clasificación. Igual que todo esto antes era campo, antes de aprender a decir abuelo y abuela todo eran papás y mamás. Supongo que para identificar a los abuelos ella se inspira en los que conoce, así que suele llamar así a personas más mayores. “Este nene. Este papá. Esta mamá. Esta abuela”. Y así con cada familia que se encuentra. Es como si tuviese que ordenar y organizar su mundo. Me da que en eso ha salido a la mamá jefa.
Lo de agrupar a las personas tiene sus riesgos, claro. Los límites son tan difusos y todavía están tan poco claros que Mara puede llamar “mamá” a una adolescente de 18 años que está cuidando de su prima de 3. O peor aún, llamar abuelo a un padre que está con su hija en el parque porque según su criterio es demasiado mayor para entrar en el grupo de “papás”. Y claro, a ver cómo arregla el papá en prácticas esta confusión sin que le saquen los colores… ¡Ay!
Y por último, en esta particular división del mundo de Maramoto, están los minions. Sí, los minions. Hay minions por todas parte. “Papá, minion”, repite una y otra vez mi pequeña saltamontes. Está absolutamente obsesionada con ellos. Puede verse la película entera de Gru sin pestañear. Mara, la misma a la que es imposible mantener quieta más de un minuto en cualquier otra circunstancia. Esta fascinación, no obstante, tiene su lado bueno. Mara se ha olvidado de Peppa Pig. Fue verla “en persona” y desaparecer ese amor irracional que sentía por la cerdita más famosa de la tele. Al parecer en las distancias cortas perdía su encanto. A veces conocer a nuestros mitos puede ser decepcionante…
A Mara le gusta tanto Peppa Pig que hasta sueña con ella. Eso sí, al parecer en persona pierde, porque ha sido verla, abrazarse a la mamá jefa y salir por patas. A veces conocer a nuestros ídolos puede ser decepcionante… #peppapig
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