El cólico del lactante es un trastorno gastrointestinal funcional, que se percibe en episodios prolongados de llanto e irritabilidad en el bebé durante los primeros meses de su nacimiento. Normalmente comienzan en la tercera o sexta semana de vida, y suelen padecerlo alrededor del 40% de los lactantes.
Mi hija mayor, comenzó a partir de los 15 días de vida y no desaparecieron hasta cumplido el sexto mes. Nunca olvidaré este episodio porque fue bastante duro no poder descansar ni de día ni de noche, no saber cómo calmarla u aliviar su dolor. Puede llegar a ser un proceso muy frustrante y por ello os voy a recomendar algunas pautas que os pueden ayudar a superar este momento.
¿Cómo sabemos si nuestro bebé tiene cólicos?
Los gases o el cólico del lactante es un síntoma fácil de identificar durante los primeros meses de vida. Notarás como el bebé se retuerce, tiene el vientre endurecido o adopta una postura de rigidez mientras llora sin cesar.El llanto del bebé cuando sufre cólicos es muy irritante ya que le está provocando un fuerte dolor en el abdomen. Normalmente aparece a media tarde y puede durar hasta media noche o incluso bien entrada la madrugada.
Ejercicios y masajes para aliviar los cólicos del lactante
Para aliviar las molestias estomacales del bebé, prueba a hacer alguno de estos ejercicios.Movimientos suaves de tipo bicicleta. O bien inclinando sus piernas hacia el estómago y volviéndolas a estirar de nuevo. Este proceso es muy lento, por lo que tendrás que repetirlo una y otra vez hasta que veas que el bebé expulsa algún gasecillo o pedete.
Masaje abdominal. Consiste en hacer un pequeño masaje de forma circular y en el sentido de las agujas del reloj. No debes apretar ni ejercer fuerza sobre su estómago. Con pasar la mano de forma suave será suficiente. Con este ejercicio a veces no consigues la expulsión total de los gases, pero le ayudará a relajarse y por consiguiente volverá a conciliar el sueño.
Flexionar las piernas. Este ejercicio es parecido al de la bicicleta. Tienes que sujetar los tobillos o gemelos de tu bebé por ambas piernas a la vez y flexiona hacia su estómago sosteniendo esa postura durante unos segundos. Después, vuelve a estirar sus piernas y repite el proceso de forma consecutiva.
Estos tres ejercicios que acabo de mencionar, se pueden realizar de forma conjunta alternando uno con otro, y verás que pasados unos minutos el bebé logra expulsar ese gasecillo que tenía atravesado en el estómago.
Pasear al bebé boca abajo mientras masajeas su vientre. Este método no le ayudará a la expulsión de gases en sí, pero conseguirás aliviar su dolor mientras se queda nuevamente dormido. Yo solía ponerlo en práctica al finalizar el resto de ejercicios. Consiste en coger al bebé boca abajo dejando que apoye su cabeza sobre tu brazo izquierdo mientras colocas el antebrazo derecho entre sus piernas. Una vez esté colocado y veas que el bebé se encuentra cómodo en esa posición, puedes hacer un suave masaje abdominal de forma circular en su vientre mientras le paseas.
Acostar al bebé en posición fetal. Nosotros esta práctica la utilizamos una vez había expulsado algún gasecillo y veíamos que el bebé estaba entrando en la fase de relajación. Colocarle boca abajo en posición fetal le ayuda a conciliar mejor el sueño y reduce las molestias abdominales. Esta posición no es la más recomendada durante los primeros meses de vida, por ello, os recomiendo que solo adoptéis esta práctica durante un periodo corto de tiempo y siempre en vuestra presencia.
Como último recurso, algunas familias deciden llevar a sus bebés a sesiones de fisioterapia donde realizan masajes de forma más especializada y profesional que ayudan a la expulsión de gases. Yo personalmente no lo he probado y no os puedo aconsejar a día de hoy sobre el tema. Pero os recomiendo que antes de tomar esta decisión lo consultéis con vuestro pediatra para que os indique su opinión y llegado el caso, algún centro de referencia.
Qué no debemos hacer sin la autorización del pediatra
No le ofrezcas al bebé infusiones de plantas o medicamentos sin antes consultarlo con el médico. A pesar de que existen infusiones que favorecen la digestión y flatulencias como la manzanilla, el hinojo, la melisa o la tila que además de relajar ayudan a conciliar el sueño. También existen otras infusiones que podrían intoxicar al bebé como el anís estrellado, su ingesta es altamente peligrosa en lactantes menores de 3 meses. Además, en términos generales no es recomendable suministrar infusiones a los bebés recién nacidos.No zarandear nunca al bebé. En algunas ocasiones y con motivo de la desesperación y angustia que sufren algunos padres, han zarandeado de forma brusca a sus hijos con la intención de calmar el llanto o provocar un susto para que este cesara. Esta sacudida, conocida como el síndrome del niño zarandeado o en otras palabras, trauma craneal no accidental, puede ocasionar al bebé lesiones cerebrales importantes, problemas de visión, fracturas costales, asfixia o incluso el fallecimiento.
No suministrar probióticos. Algunos pediatras pueden aconsejar el consumo de probióticos en los casos más severos y prolongados en el tiempo. Es cierto que ayuda al bebé a reforzar la flora intestinal en los casos de suministro de antibióticos, gastroenteritis o fuertes diarreas, estreñimiento, etc. Y al mismo tiempo, puede tener un efecto positivo en la regulación de las heces diarias que hace nuestro pequeño. Igualmente y aunque tengamos algún probiótico en casa, no debemos suministrarlo sin antes consultar a su pediatra.
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